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Lato, el hombre que amaba la música

 

Tras pasar por numerosos grupos musicales, el artista lanzaroteño busca ampliar sus horizontes guitarra en mano

 

  • Lancelot Digital
  • Jesús Betancort
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    A Orlando Martínez todo el mundo en Lanzarote lo conoce como Lato. En su familia, como en la de muchos lanzaroteños, la música era parte esencial, el que no tocaba, cantaba. Entre la música popular española y el pop rock que escuchaba de sus hermanos, Lato, que es el más pequeño de todos, fue creciendo con la idea de formar parte de un grupo en el que dar rienda suelta a esta pasión creciente. “Creo que fue a los 18 años cuando montamos nuestro primer grupo, con los amigos de toda la vida, los del barrio y se llamó Atril”, cuenta.

     

    En efecto, corría el año 1992 cuando se puso en marcha Atril, en el que Lato hizo sus primeros pinitos como cantante, y junto a él, estaban Carlos Montañés (batería), Ginés Hernández (guitarra), Carlos Páez (guitarra) y Leonardo Candela (bajo). La experiencia les gustó. “Fueron muy buenos años, lo pasábamos muy bien ensayando y sobre el escenario. Para cuando terminó este proyecto musical, yo tenía claro que quería seguir con la música, que no quería dejarla”, cuenta. “Pasé por varias bandas como “Ron Amarillo”, el “Lenguaje de los Delfines” o “Ilicio”, entre otras muchas bandas”.

     

    En “El Lenguaje de los Delfines”, tenía como compañeros a otros conocidos de la escena musical lanzaroteña, como Mame Spínola (guitarra y voces), José Luis Luzardo (guitarras y voces), Santi González (bajo) y a Giovani Ramos (batería). “Todas fueron muy buenas experiencias, pero en un momento dado decidí dejarlo todo y centrarme más en la música”, y explica. “Llegó un punto en el que el compromiso de ensayar, a muchos de los miembros se les hacía complicado, la familia, los trabajos… y yo decidí que había llegado el momento de dar un paso adelante y dedicarle más horas todavía”.

     

    Por este motivo, justo un par de años antes de la pandemia, comenzó a realizar actuaciones en solitario, interpretando versiones con su voz y la guitarra. Conciertos para grupos más reducidos, conocidos, amigos, y todos aquellos que querían algo distinto, más cercano, más íntimo. “Iba poco a poco teniendo mi propio espacio, haciéndome hueco, pero llegó la pandemia y lo truncó todo”, señala, apuntando que cuando por fin se pudo salir a la calle, después del encierro forzoso, se dedicó a realizar todo tipo de trabajos para salir adelante y es ahora cuando de nuevo, se plantea retomar la música, saliendo fuera de la isla. “Creo que aquí no puedo avanzar mucho más. Me gustaría encontrar algo más cara al público”, afirma. “En Lanzarote hay mucha cultura musical, la música la tenemos en los genes, es cierto, pero me apetece encontrarme con otros ambientes y con otros proyectos. Espero tener suerte fuera de la isla”.

     

    A Lato le gusta especialmente el pop rock, y aunque le cuesta señalar un solo grupo de música, después de mucho insistir son muchos los que menciona. “Me gustaba mucho El último de la fila, Manolo García, Fito y Fitipaldis, Radio Futura, pero también Camilo Sexto, la música popular, boleros, música canaria… un poco de todo”.

     

    No es extraña esa querencia rítmica. “La música me viene de familia. Mi padre era carpintero y, cuando acababa de trabajar, salía a cantar todas las noches. Somos siete hermanos y todos estamos vinculados a la música: grupos, parrandas… de todo”, señala. “Y mi tío era el tenor Blas Martínez, así que siempre había música en casa”.

     

    Con la música por bandera, y guitarra española en mano, Lato tiene una larga trayectoria por delante, sin olvidar nunca, claro está, sus orígenes, la música que le ha acompañado siempre y su Lanzarote natal.

     

     

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