Domingo, 14 Diciembre 2025
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Sebas Martín

El artista barcelonés reflexiona sobre su obra y anuncia nuevos proyectos

  • Lancelot Digital

El dibujante barcelonés Sebas Martín ha recorrido un camino largo y diverso hasta consolidarse como uno de los autores más reconocibles del cómic LGTBIQ+ español. Recordó que en los años ochenta hacía cómics de manera espontánea, pero no fue hasta los noventa cuando dejó un trabajo muy bien remunerado como interiorista para dedicarse por completo a la historieta. Aseguró que, pese a que el mundo del cómic es “ruinoso”, nunca se ha arrepentido de aquel salto.

Explicó que durante casi una década apenas dibujó nada que no fuera relacionado con su profesión de interiorista, ya que su jornada laboral le absorbía por completo. Finalmente decidió despedirse a sí mismo y lanzarse al cómic, lo que le permitió desarrollar novelas gráficas como "Los chulos pasan pero las hermanas quedan", "No debí enrollarme con una moderna", "Yo lo vi primero" o "Demasiado guapo". Comentó que muchos lectores leen sus libros como si fueran consejos para el colectivo y que algunos incluso se lo agradecen.

Martín afirmó que su estilo puede definirse como “comedia de costumbres” y que, aunque a veces lo comparan con autores como Jacques Tardí, él siente que su narrativa se acerca más al formato de sitcom televisivo, con escenas breves y cerradas. Destacó la lealtad de su público y lo gratificante que le resulta conocer a sus lectores en los salones del cómic.

Señaló que algunas personas ven potencial cinematográfico en su obra "Que el fin del mundo nos encuentre bailando", centrada en la memoria histórica, y bromeó con que estaría encantado de que Los Javis se interesaran por una adaptación. También explicó que su manera de inspiración nace de su entorno y del contexto social, nacional o internacional de cada año, salvo en su trilogía histórica ambientada entre la República y la dictadura. Sobre esta obra comentó que el primer volumen ya vio la luz, el segundo aparecerá pronto y el tercero está previsto para 2027. Detalló que uno de los personajes vive el exilio, la ocupación nazi y el retorno a una España irreconocible, mientras que el otro sufre directamente el franquismo. Reconoció que esta última parte es la más dura y que está intentando introducir personajes que alivien la tensión, como una tía beata que rompe el drama con comentarios fuera de lugar.

Entre el segundo y el tercer volumen de esa trilogía, Martín trabaja también en un libro de cocina con la editorial canaria Siete Islas. Explicó que se trata de un proyecto humorístico en el que combina recetas aportadas por cocineros, políticos, lectores o amigos, a quienes caricaturiza a cambio. Una de sus particularidades es que los tiempos de cocción se miden según el minutaje de series como Las Chicas de Oro o Sexo en Nueva York, de modo que, según él, un capítulo puede dar tiempo incluso para preparar un puchero.

En cuanto a la memoria histórica, lamentó que más de un 20% de los jóvenes afirme que preferiría vivir en una dictadura. Considera que esa visión procede de la ignorancia y recordó que quienes no vivieron el franquismo no conocen la falta de libertades de aquella época. Afirma que sigue luchando y que aún le queda “mucha guerra por delante”.

Comparó esta idealización con la fantasía de vivir en un castillo medieval, que puede parecer atractivo por fuera pero resulta insoportable al experimentarlo. Aseguró, no obstante, que si le dejaran un castillo él lo redecoraría y se llevaría a sus amigos de fiesta.

Respecto a su vínculo con Nazario, señaló que lo conoció en su juventud gracias a su cercanía con el mundo del cómic y que desde entonces mantienen amistad. Lo considera un maestro y admite que comparten muchas cosas, aunque él mismo se define como “más soso”.

Recordó la vitalidad cultural de la Barcelona del underground, que describió como una época dorada del cómic con publicaciones como El Rrollo Enmascarado, Star, El Víbora o Makoki. Para él, aquella ciudad era tan fascinante como peligrosa, y lamenta que hoy las revistas casi hayan desaparecido.

Sobre la evolución del movimiento LGTBIQ+, expresó su preocupación ante un retroceso que atribuye al auge de posturas homófobas, transfóbicas y LGTBfóbicas, ahora más visibles y respaldadas por la ultraderecha. Considera que muchos jóvenes creen que los derechos actuales han existido siempre y que no valoran las luchas anteriores, especialmente el papel del Orgullo desde 1977. Le molesta que algunos digan que no tiene nada que ver con ellos, recordando que gracias a esas reivindicaciones hoy existen derechos fundamentales como adoptar, vivir en pareja sin miedo o no ser despedido por orientación sexual o identidad de género.

Criticó también la reciente decisión de eliminar el “+” de las siglas LGTBIQ. Para él, ese símbolo representa inclusión y recuerda que el movimiento solo avanzó gracias a la unión de todas sus partes. Considera que el “+” abarca también a personas heterosexuales que pueden ser aliadas.

Mostró incomprensión hacia la transfobia tanto en ciertos sectores del feminismo como dentro del propio colectivo. Para ilustrarlo citó una escena de la serie Merlí, en la que una chica trans responde a una profesora que duda de su identidad con la frase: “Quizás no sea una mujer, pero soy algo que usted nunca será: una señora”.

Explicó que el foco actual sobre las personas trans se debe a su creciente visibilidad en ámbitos como la educación, la abogacía o incluso la política. Considera que, igual que ocurrió con los hombres gays, el rechazo surge cuando empiezan a ocupar espacio público.

Sebas Martín Artista

Defendió la diversidad dentro del colectivo frente a quienes aseguran que antes “todo era más simple”. Afirmó que, si él con casi sesenta y cinco años se ha adaptado, cualquiera puede hacerlo, y que la diversidad no obliga a nadie a identificarse con ella. Para él, las críticas nacen de la incomprensión y carecen de solidez.

Sobre su experiencia personal, reconoció que la ha tenido relativamente fácil por ser un hombre gay, blanco, cis y europeo, y que es consciente de que su vida habría sido más complicada de haber nacido en otro lugar o con otra identidad racial.

Recordó también el caso de un amigo gitano, gay y futbolista en quien se basó para crear un personaje llamado Diego. Explicó que él ha sufrido discriminación tanto por su etnia como por su orientación, lo que demuestra cómo ciertas identidades siguen estando doblemente estigmatizadas. Mencionó que, en su novela, el personaje incluso se hace pasar por sirio o paquistaní debido a la mezcla cultural de Barcelona.


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