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El gran dilema: ¿Sánchez o el PSOE?

 

  • Lancelot Digital
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    El PSOE liderado por Pedro Sánchez se enfrenta a una encrucijada crítica. La sombra alargada de los múltiples casos de corrupción que han salido a la luz en los últimos tiempos amenaza seriamente la continuidad de su liderazgo. El partido necesita, con urgencia, una profunda regeneración interna que disipe las numerosas dudas que pesan sobre su credibilidad. Sin embargo, tal como han advertido figuras históricas del socialismo como Alfonso Guerra, esa renovación parece inviable mientras Sánchez siga al frente.

     

    A estas alturas, ni siquiera una moción de confianza bastaría. La única vía realista para preservar la viabilidad política del PSOE pasa por la dimisión del propio Sánchez. Idealmente, una moción de censura podría poner fin a este ciclo, pero la actitud errática de sus socios de legislatura —más centrados en sobrevivir a su propio desgaste electoral— hace esa posibilidad casi imposible.

     

    El dilema, por tanto, se plantea en términos crudos: salvar a Pedro Sánchez o salvar al PSOE. Ambas opciones son incompatibles. Y esta realidad la conocen tanto en Ferraz como entre sus aliados parlamentarios. Desde la vieja guardia socialista se señala que el error de Sánchez ha sido virar progresivamente hacia una izquierda más radical, alejándose del histórico posicionamiento del partido como fuerza de centroizquierda y socialdemócrata. La creciente dependencia de sus socios de gobierno ha sumido al PSOE en una dinámica cada vez más alejada de sus raíces.

     

    Numerosos analistas coinciden en la necesidad de que emerja una figura de transición. Un liderazgo capaz de reconducir el rumbo del partido, de limpiar su imagen y ofrecer nuevas caras que devuelvan la confianza a una ciudadanía cada vez más escéptica. El objetivo debe ser claro: abandonar el radicalismo y regresar a la senda de la izquierda moderada.

     

    Este conflicto, en clave nacional, también tiene su eco en el PSOE de Lanzarote. Allí, el partido ha optado por fagocitar a las fuerzas situadas a su izquierda y abrazar una estrategia ideológica cada vez más polarizada, de confrontación constante, siguiendo el guion de Carlos Espino. El resultado: pese a contar con una sólida base electoral en la isla, ha bloqueado su propia capacidad de gobernar en las principales instituciones, como el Cabildo o el Ayuntamiento de Arrecife.

     

    Al autoimponerse una política de alianzas exclusiva con partidos de izquierda —inexistente de forma viable en la isla—, el PSOE insular se ha condenado al aislamiento. Su única esperanza es que alguna formación de ideología cercana logre suficientes escaños como para facilitar una mayoría. Entonces, Corujo, a pesar del desgaste acumulado, podría aspirar de nuevo a presidir el Cabildo.

     

    Pero la política no es una repetición infinita del “Manual de Resistencia”. Se puede engañar una vez, incluso dos, a muchos. Pero no se puede engañar a todos para siempre.

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