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La herencia del Lazarillo

 

  • Lancelot Digital
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    Si tienen la oportunidad de revisar, o de ver por primera vez si es que nunca tuvieron la oportunidad de ver “La escopeta nacional”, esa joya de Luis García Berlanga que nos muestra, a nosotros los españoles tal y como somos, no lo duden, véanla. Se darán cuenta de que, aunque inicialmente parece una crítica al franquismo, es más bien una critica a nosotros mismos y nuestra manera de ser. A esa picaresca que parecemos llevar en el ADN y que acaba convirtiendo en circo cualquier cosa.

     

    No hay más que abrir un periódico hoy mismo. Resulta que las necesarias ayudas por la Dana, a La Palma o la subida de las pensiones no se aprobaron porque el PP y los propios socios de Sánchez, Junts, votaron en contra. ¿Por qué? Pues porque entraban dentro de un Real Decreto (hay que ver lo que le gustan a este hombre los decretazos) en el que se incluían otras muchas cosas con las que no estaban de acuerdo, y que el Gobierno socialista trató de colar, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, pero no coló. Además, de paso, la oposición aprovechó para darle un “palito” a Sánchez, que nunca está de más, y Junts para estrangularle un poco más, si cabe, y tratar de sacar más rédito a un Gobierno que está totalmente condicionado a sus socios. El PP le dejó claro que si en lugar de juntar churras con merinas, saca cada una de las medidas por separado, votarán que sí a la subida de las pensiones y a las ayudas a los damnificados de Valencia y La Palma, y alguna que otra medida más con las que estaban de acuerdo.

     

    Por supuesto, Sánchez, aunque “jodido” (siempre contento), no iba a desaprovechar la oportunidad, para poder soltar su filípica de que los populares no quieren subir las pensiones y no quieren ayudar a quién lo está pasando mal. A la pregunta de los periodistas, la respuesta fue, que lo solucionen ellos que son los que han votado en contra. Las cosas se reconducirán, con toda seguridad, pero ni unos ni otros pueden evitar montar el circo de patio de colegio a cada oportunidad que surge.

     

    Lo mismo ocurre con el tema de los inmigrantes. Más de un año lleva Fernando Clavijo tratando de solucionar el gravísimo problema que tiene Canarias, soportando sin ayudas la carga que supone acoger a los menores inmigrantes que llegan en pateras, una decisión nacional, que no se acaba de entender porque deben costear solo los canarios. Suponemos que la lógica se acabará imponiendo y que el reparto de estos chicos se llevará a cabo, pero entre tanto de los 180 millones que se han destinado a su mantenimiento y bienestar, Canarias ha aportado 130, y España, 50, que además han llegado a través de fondos europeos. Es más, el presidente canario se ha venido a enterar en Bruselas que nuestro país ha recibido de Europa 562 millones de euros para inmigración, ¿Dónde está el resto del dinero?

     

    España sigue arrastrando la herencia del Lazarillo que tan bien supo reflejar Berlanga, y una vez más, parece que “con la picaresca hemos topado, amigo Sancho”.

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