Viernes, 05 Diciembre 2025
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La obligación europea que desnuda la demagogia

  • Lancelot Digital

 

Durante años, algunos dirigentes políticos en Canarias, especialmente del PSOE, han convertido la subida de la tasa de residuos sólidos urbanos en arma arrojadiza, acusando a otros ayuntamientos de “castigar a los vecinos” cuando en realidad estaban cumpliendo una obligación impuesta por Europa y la ley española. Teguise, pionero en aplicar la directiva, fue objeto de ataques demagógicos que hoy resultan risibles: los mismos partidos que entonces agitaban la indignación ahora se ven obligados a aplicar la tasa, dejando al descubierto que la retórica populista tiene fecha de caducidad.

Que nadie se engañe: la subida de tasas no es una imposición política, sino una necesidad legal y económica. La Directiva Europea 2018/851 y la Ley 7/2022 obligan a los municipios a cubrir el 100% del coste del servicio de residuos. Mantener el antiguo modelo, donde los ayuntamientos asumían la mayor parte del gasto con fondos propios, no solo era insostenible, sino imprudente y sancionable. La realidad ha demostrado que la demagogia no limpia calles ni paga camiones de basura.

Una tasa no castiga; garantiza servicios eficientes, sostenibles y visibles para los ciudadanos. Por eso, más allá del pago, los vecinos deben notar una mejora real: calles más limpias, inversión en equipos y personal, y una gestión más eficaz de los residuos. Si no hay cambio perceptible, la excusa legal se convierte en simple discurso vacío.

Pero la responsabilidad no termina en el Ayuntamiento. La limpieza y la imagen de nuestros pueblos dependen también de la conciencia ciudadana. Campañas de educación ambiental, reciclaje y cuidado del espacio público son clave: cada vecino es parte del sistema. Si queremos que nuestra isla siga siendo atractiva para residentes y turistas, debemos asumir que el cuidado del entorno no es negociable.

Al final, la obligación europea ha desnudado la demagogia: no se trata de castigar, sino de cumplir con responsabilidad, transparencia y eficiencia. Y a quienes aún sueñan con movilizar la indignación, un recordatorio: la realidad tiene memoria, y suele ser mucho más contundente que las palabras vacías.


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