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La ventaja canaria

 

 

  • Lancelot Digital
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    La noticia de que Reino Unido y Alemania permitían a sus ciudadanos viajar a Canarias sin tener que hacer una cuarentena posterior fue, sin duda, la mejor que podían recibir las islas justo a las puertas de comenzar la temporada de otoño-invierno.  Cuando los ánimos estaban por los suelos, recibíamos esa buena nueva que animaba al sector. La euforia duró poco.

     

    El turismo canario cree que ha hecho los deberes, ha invertido en los protocolos, ha mantenido abiertas las instalaciones perdiendo dinero y en contraposición ve un Gobierno Central timorato y un Gobierno de Canarias bastante “flojón” a  la hora de reivindicar los famosos test. Es cierto que el Ejecutivo ha reaccionado a última hora buscando fórmulas que  exijan a los turistas a venir con los tests realizados antes de entrar en cualquier establecimiento alojativo reglado. ¿Pero y los que no son turistas?

     

    Canarias ha hecho muy bien, logrando posicionarse como la comunidad autónoma que menos contagios tiene de España y una de las que menos tiene de Europa. Esta baza es importante ya que el virus está atacando muy fuerte en estos días en la UE. Pero para mantener la imagen de seguridad que deseamos, y evitar que ocurra lo que pasó en verano, no hay otra manera que hacer controles a todos los viajeros. En este sentido, lo cierto es que la medida del Gobierno de Canarias llega tarde y es insuficiente. Exigir a los hoteles que todos sus clientes hayan superado un test de coronavirus, y confirmen que no tienen el covid-19, es importante, pero no  suficiente.

     

    Además, esa medida, no solo es discriminatoria, sino que no es efectiva, porque la mayor parte de contagios que se produjeron este verano no fueron de turistas. Los índices de contagio nacionales avalan este dato: tan solo un 0’33%  de los casos fueron turistas contagiaron a otras personas durante el verano. Los brotes de este verano vinieron de otras partes: visitas de familiares canarios o peninsulares, estudiantes que volvían a casa, viajes de negocio o trabajo… idas y venidas, en definitiva, sin control alguno. Personas que volaban de una isla a otra, o de la península a Canarias, sin realizarse pruebas previas y sin saber si tenían o no el covid.

     

    Las reuniones familiares y el ocio nocturno han sido realmente los principales focos de contagio y no se puede caer otra vez en el mismo error. No tenemos terceras oportunidades. O aprovechamos ésta que la suerte nos ha brindado o miles de empresas y negocios caerán. Hay que conseguir que se hagan esos tests en origen en puertos y aeropuertos. Y que se hagan a todos los viajeros, no sólo a los turistas. En eso estaban, esperemos que cuando usted lea este editorial se hay conseguido.

     

    Lo ideal sería que la UE dictara una normativa valida para todo el territorio comunitario de forma que a cualquier persona que se traslade de un lugar con alta incidencia a otra, se le exija una prueba que acredite su estado de salud. La mejor manera, insistimos, es hacerlo en la puerta de entrada a los destinos: puertos y aeropuertos. Canarias tiene una ventaja para asegurar su futuro y debemos utilizarla.

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