Viernes, 05 Diciembre 2025
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Pedro Sánchez

  • Lancelot Digital

 

La negativa de Junts a respaldar a Pedro Sánchez y la imposibilidad de aprobar los presupuestos dejan en evidencia lo que muchos sospechaban: esta legislatura está agotada. Lo que en otros tiempos podría haber sido un obstáculo político salvable, hoy se convierte en un síntoma de debilidad profunda: un Gobierno que no puede garantizar la aprobación de sus cuentas pierde autoridad y legitimidad. Si se concreta, sería el tercer año consecutivo sin presupuestos, un dato que no puede pasar desapercibido.

En este escenario, cabe subrayar la acertada jugada de Coalición Canaria al pedir a Sánchez que se someta a una cuestión de confianza. Aunque el presidente muy probablemente la esquivará, el gesto sirve para subrayar su vulnerabilidad. Sánchez seguirá aplicando su "manual de resistencia": aplazará decisiones, negociará a contrarreloj y tratará de sobrevivir sin convocar elecciones anticipadas. Pero incluso sus aliados más cercanos saben que tres años sin presupuestos han erosionado su crédito político de forma irreversible.

No es absurdo pensar que, si la economía española mantiene su buen ritmo, Sánchez podría aplazar un adelanto electoral hasta tener las mejores cartas en la mano. La prosperidad económica se convierte así en su tabla de salvación, un refugio frente a la debilidad parlamentaria. Pero la realidad es clara: si no logra aprobar los presupuestos, no será la resistencia lo que le sostenga, sino la suerte y la coyuntura económica.

Sánchez espera un milagro. Y mientras tanto, la legislatura se tambalea, mostrando que la política española no es un juego de supervivencia indefinida: la autoridad se demuestra con capacidad de gobernar, y hoy, la incapacidad de aprobar cuentas deja patente que la resistencia ya no basta.

 


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