Domingo, 14 Diciembre 2025
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José Mª Ezquiaga fue tajante: “El documento (refiriéndose al PIOL) a nivel de los contenidos sustanciales está más que completo” y “recoge prácticamente todas las sugerencias de los distintos partidos”. Así de rotundo se manifestaba en Lancelot TV el reconocido técnico, que no político, a quien el Cabildo encargó dirigir, bajo la presidencia de la socialista Manuela Armas, la elaboración del nuevo Plan Insular de Ordenación del Territorio de Lanzarote, o sea el documento más importante que tiene la isla para su avance y desarrollo. Pero casi cinco años después de haberse aprobado el avance del documento por unanimidad, a estas alturas pareciera que aún algunos partidos estén buscando excusas para poder encajar y justificar una decisión que ya han tomado de antemano : no proceder a su aprobación inicial.

 

Todo parece indicar que se trata de nuevo de las viejas, obsoletas y ya caducas formas de hacer política que han caracterizado a nuestra clase política insular: otra vez más se utiliza un asunto de interés general para la isla, para usarlo en beneficio propio electoral o en perjuicio del adversario político, pero no para beneficio de toda la población de Lanzarote, ya que el modelo territorial, lejos de ser un concepto abstracto y alejado de nuestras necesidades, en realidad, tal como dijo el propio Ezquiaga “afecta a temas directos de la vida de la gente”.

 

Resulta totalmente contradictorio que a los partidos se les llene la boca con manifestaciones huecas plagadas de las bondades que supondría contar con un plan insular y sin embargo sus hechos demuestren justamente lo contrario y revelen desgraciadamente sus verdaderas intenciones. El Plan del 91 está ya siendo una gran rémora para poder desbloquear muchos asuntos, como por ejemplo, entre muchísimas otras cuestiones, la posibilidad de caminar hacia la implantación de energías limpias, ¿por qué entonces no se aprueba inicialmente si ya habrá tiempo después de presentar cuantas alegaciones estimen oportunas?

 

Se equivocan de tiempo político. Y es más que dudable que de estas actitudes cosechen algún rédito político, más bien será al contrario. Lejos de aquellas épocas de bonanza en las que en la isla fluía el trabajo y la riqueza, ahora mismo, y desde hace por lo menos seis años, más de treinta de cada cien lanzaroteños que quieren trabajar no tienen empleo y la situación económica de muchas familias conejeras sigue siendo muy difícil.  No es de recibo que se siga jugando con un documento que posibilitará los avances que necesitamos como base para poder seguir creando actividad y movimiento en muchas áreas estratégicas fundamentales que viabilizarían la mejora de nuestra calidad de vida y la apertura de nuevas y esperanzadoras vías de futuro para esta isla. A excepción del PIL, que ya ha anunciado su voto favorable si se recoge lo que han planteado, el resto de partidos sigue silbando para otro lado como si la cosa no fuera con ellos.  Vamos, que lo que parece es que aquí nadie quiere que nadie se lleve los galones. Pues bien, que el Plan no sea de nadie. Porque a lo mejor así lograremos que sea de todos, que es lo que realmente es: un documento que necesita toda la población.

 

Una pena lo de nuestra clase política. Deberían dejar de ser una rémora. Deberían tener altura de miras para poder desatascar un documento que supondría el impulso que necesita Lanzarote para los próximos 20 años, pero no la tienen.  Ojalá nos equivoquemos.


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