Un aeropuerto de la vergüenza

- Lancelot Digital
Lanzarote, declarada Reserva de la Biosfera en 1993, presume en sus campañas turísticas de ser un ejemplo de equilibrio entre sostenibilidad y belleza natural. Sin embargo, basta con aterrizar en el Aeropuerto César Manrique para que esa imagen se desmorone. La primera impresión que se llevan los más de tres millones de visitantes anuales no es la de un paraíso volcánico cuidado con esmero, sino la de jardines abandonados, palmeras secas y montones de hojas mezcladas con basura.
¿Qué mensaje se transmite desde esta puerta de entrada a una isla que ha hecho del paisaje su principal seña de identidad? La incoherencia salta a la vista. Mientras se proclama al mundo el compromiso de Lanzarote con el medio ambiente, lo que se ofrece al recién llegado es una postal de descuido y abandono. No hablamos de un rincón olvidado, sino del umbral mismo por el que accede el turismo que sostiene gran parte de nuestra economía.
El contraste con la figura de César Manrique —cuyo nombre lleva el aeropuerto y cuya visión unió arte, paisaje y sostenibilidad— no puede ser más doloroso. ¿Qué pensaría él al ver el estado lamentable de este espacio? ¿Qué diría al comprobar que el lugar que debería ser ejemplo de su legado se ha convertido en símbolo de dejadez?
No es solo una cuestión de estética, aunque ya eso debería bastar. Es una cuestión de coherencia, de respeto, de estrategia. No se puede predicar sostenibilidad mientras se descuida el escaparate principal de la isla. ¿Cómo pedir compromiso ambiental a los visitantes si nosotros mismos no damos ejemplo?
Más lamentable aún es la respuesta de Aena, escudándose en que están "buscando otra empresa de jardinería". Tras la pandemia, llevamos demasiado tiempo a base de parches, sin una solución clara, como si el aeropuerto fuera un lugar secundario. Y mientras tanto, ¿dónde están nuestras instituciones? ¿Dónde está la diputada socialista Dolores Corujo, o el senador Manuel Fajardo Palarea? No se trata de atacar a un ente estatal que depende del Gobierno central, sino de exigir soluciones desde la responsabilidad institucional. A quienes tienen línea directa con "sus compañeros" en Madrid, les corresponde levantar la voz. Exigir a Aena que actúe. Empezando, al menos, por lo básico: limpiar, podar y regar.
Tal vez el presidente Pedro Sánchez, cuando llegue a Lanzarote el próximo 2 de agosto para pasar sus vacaciones, repare en el despropósito. Y si lo hace, ojalá no solo se lleve las manos a la cabeza, sino que también ponga manos a la obra.