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Un aeropuerto desfasado: debemos ser competitivos

 

La necesidad de contar con infraestructuras aeroportuarias competitivas con respecto a otros destinos turísticos, que permitan mayor operatividad en el tráfico aéreo, se ha convertido ya en una vieja reivindicación por parte de todos los sectores empresariales de la isla. El aeropuerto de Lanzarote no sólo se sitúa en el octavo puesto del ranking nacional de movimiento de pasajeros, sino que es uno de los diez que son rentables. Pero sin embargo, incomprensiblemente, llevamos 15 años reivindicando una nueva pista que ya se ha quedado vieja antes siquiera de construirse, si somos capaces de ver y planificar a largo plazo. Y mientras, recibiendo Lanzarote más visitantes anuales que La Palma y Fuerteventura juntas, estas dos islas han percibido cada una de ellas, entre 2009 y 2013, el doble de inversiones en dotaciones aeroportuarias, logrando estar en condiciones de competitividad manifiestamente superiores a las nuestras.

 

Actualmente nuestro aeropuerto no es competitivo. Tenemos una gran limitación, entre otras cosas porque los vuelos con destinos internacionales de rutas de más de cuatro horas no pueden venir de forma directa a Lanzarote, sino que deben hacer escala en otros aeropuertos, con lo que eso supone de incomodidad y de coste añadido para quienes nos visitan (eso cuando no son directamente desviados a la vecina isla de Fuerteventura). Hay que entender que cada año que pasa en debates improductivos, Lanzarote pierde oportunidades de desarrollo en un panorama internacional como el actual donde la innovación y la actualización permanente no esperan. Son imprescindibles comunicaciones ágiles y operativas en un mundo cada vez más interrelacionado y competitivo, donde una deficiente conectividad puede dejar a Lanzarote fuera del progreso y del avance comercial, industrial y turístico.

 

Sin embargo una cuestión tan fundamental no sólo no ha sido abordada y atendida adecuadamente por nuestros representantes públicos, sino que ni siquiera ha estado entre las prioridades reales de la agenda política de los últimos años. Han sido muchas las circunstancias que han contribuido a que a día de hoy Lanzarote cuente con un aeropuerto cuyas infraestructuras se han quedado básicas y elementales, ausentes de competitividad e impropias de un destino turístico consolidado y de calidad como es el nuestro. Hay que recordar la cantidad de años perdidos en la época en la que estivo de diputado nacional el socialista Miguel González, donde no sólo no se avanzó sino que se frenó cualquier oportunidad de mejora de nuestras infraestructuras. El argumento que reinaba, aparte de los supuestos destrozos medioambientales que podría acarrear ampliar la pista hacia el mar (cuando ese tipo de intervenciones con los avances tecnológicos de hoy día se hacen ya de forma exquisita), pivotaba en torno a una premisa tan absurda como falsa, vinculando la mejora de las infraestructuras aeroportuarias a la masificación turística y al desarrollismo sin control, lo que supuestamente banalizaría y estandarizaría nuestro destino. El argumento utilizado ha sido demagogia pura, pero también ha sido el mantra que se ha repetido hasta la saciedad para justificar la negativa a ampliarlo sin tener verdaderos argumentos para no hacerlo.

 

Como tantos otros falsos debates en los que ha estado sumida la isla, el asunto de la mejora de nuestras dotaciones aeroportuarias además ha tenido una losa más, añadida a la habitual incapacidad de esta isla para sacar adelante los verdaderos temas de interés general. Y esa losa ha sido el evidente desinterés de nuestra clase política en conjunto en torno a este asunto: la dejadez ha sido manifiesta prácticamente por parte de todos los partidos y de todas las instituciones tanto en el Cabildo, como en el Gobierno de Canarias y a nivel del Estado. Ahí están los resultados.

 

Hay que entender que cada año que pasamos enredados en falacias, es un año de pérdida de oportunidades de desarrollo futuro para la isla. Ahora se vuelve a reactivar la necesidad de contemplar una nueva pista en el Plan Director del Aeropuerto, cuando nadie en los últimos 15 años ha tenido verdadera voluntad política de resolver este tema tan crucial. Pero es como el Guadiana: aparece y desaparece cada cierto tiempo. En épocas electorales, surge de nuevo (en medio de las acusaciones mutuas a ver quién lo ha hecho peor) para volver después a dormir en el sueño de los justos durante lustros. Mientras que volvemos a marear la perdiz y a reabrir un debate completamente improductivo (tal como nos indica la experiencia), la isla entera debería estar abriendo ya el verdadero debate, la construcción de un nuevo aeropuerto, acorde a nuestras necesidades, sobre el que se debería estar pensando de cara a planificar con cabeza y visión de futuro si queremos un Lanzarote a la altura de lo que nos corresponde como destino turístico en las próximos 30 años. Y eso, mucho nos tememos, ya es mucho pedir.

 

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