Cuentos de Medianoche: Oscuridad

Por Mar Arias
Escuche el cuento leído por su autora
Los primeros rayos del sol de la mañana entran por la ventana arrasando con todas las sombras a su paso, iluminando cada rincón del diminuto cuarto.
El niño sonríe.
En ese momento, quedan lejos los temores de la noche, con sus zonas oscuras y borrosas, con sus seres que trepan por las paredes y se arrastran bajo los muebles, con los ojos iluminados en la penumbra que miran fijamente al pequeño que no puede dormir, aterrado.
Y los ruidos. Los gruñidos. Los rugidos.
La luz emerge y sofoca los miedos y parece, por un momento, que no ha pasado nada. Que nunca el terror paralizó cada músculo de su cuerpo, pero ellos no se marchan.
Solo esperan.
Esperan con paciencia a que la luz se marchite, como cada noche, y entonces, entonces sí, entonces vuelven a hacerse los amos de las sombras.
El niño vuelve a esconderse bajo las sábanas y cierra los ojos con fuerza tratando de no escucharlos y no verlos.
Solo levanta la vista para mirar la hora en el despertador, que no avanza. Se mantiene inalterable durante unas horas que se le hacen eternas.
Su madre no le hace mucho caso. Tal vez porque cuando las personas se hacen mayores, ya no pueden verlos, ni escucharlos. Los adultos pierden la visión nítida de la realidad y creen que solo es cierto lo que ellos reconocen como tal.
No pueden recordarlo.
¿Tú lo recuerdas?
Esta noche, de madrugada, abre bien los ojos y los oídos y trata de recordar cómo era el terror cuando solo eras un niño y los monstruos de tus pesadillas ocupaban cada rincón de tu habitación infantil… hasta que llegaba la luz y engullía las sombras.