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Historias de medianoche: El libro

 

Mar Arias Couce

 

Escuche el audio del cuento

 

 

Alguien por la calle le había regalado una rosa y un libro, por la tradición de todo 23 de abril, suponía. No le dio más importancia. Llegó a casa y puso la rosa en agua, pero no hizo demasiado caso al libro.

No era una buena lectora para tristeza de sus padres que siempre le habían inculcado la importancia de leer. Los libros siempre son un buen amigo, le decían, pero a ella le daba igual. Los libros te cuentan historias de las que aprender….

No le interesaban, si tenía su teléfono móvil, no le hacía falta mucho más.

 

Fue justo cuando sonó su WhatsApp cuando recordó el regalo de aquel extraño.

 

-¿Aún no has leído el libro?

 

Era un mensaje anónimo. ¿Quién tenía su teléfono y cómo podía saber que le habían regalado un libro?

 

No contestó, claro, pero de inmediato trató de recordar qué había hecho con el libro.

 

Revolvió todos sus cajones llenos de ropa, de bisutería y maquillaje. Nada.

Miro en el baño, en la cocina y hasta en el cuarto de la lavadora. Nada.

No estaba en el salón, ni la entrada de su casa.

Tampoco en el pasillo.

 

…¿Dónde había puesto el maldito libro?

 

Sonó de nuevo un mensaje en su móvil.

 

-¿No te acuerdas dónde lo has puesto? ¿Tan poco valoras los regalos?

Pero ¿cómo era posible? La persona que le mandaba los mensajes tenía que estar viendo todo lo que hacía… ¿había una cámara oculta en su casa?

 

Comenzaba a sentirse muy nerviosa. Los mensajes habían conseguido alterarla.

 

Daba vueltas por la casa, sin saber bien dónde mirar.

 

El teléfono volvió a sonar.

-Mira debajo de tu cama.

Al leerlo, de la impresión, soltó un grito.

Se quedó paralizada unos segundos, tras los cuales comenzó a caminar lentamente hacía su cama.

Se agachó para mirar con nerviosismo y, sí, allí estaba el libro.

Al cogerlo se dio cuenta de algo en lo que no había reparado, la portada estaba en blanco.

-Qué raro todo, se dijo.

Muy despacio, se dispuso a abrirlo.

La primera página tenía una dedicatoria: “A la chica que ama las flores y desprecia las buenas lecturas. A la chica que pierde los regalos que le hacen personas desconocidas”.

De la impresión casi se le cae el libro al suelo.

Esto es una pesadilla, murmuró, pero pasó de página.

El comienzo del libro la dejó helada, pero no pudo evitar leer en voz alta

 

“Alguien por la calle le había regalado una rosa y un libro, por la tradición de todo 23 de abril, suponía. No le dio más importancia. Llegó a casa y puso la rosa en agua, pero no hizo demasiado caso al libro. No era una buena lectora…”

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