Historias de medianoche: Un mal día
Mar Arias Couce
Escuche el relato
Otro día cualquiera no hubiese dicho nada, pero ese viernes, no podía más. La respuesta desagradable de aquel compañero, la bronca injusta de su jefe, la mala contestación de su pareja e incluso su propia torpeza haciendo caer una taza de la encimera de la cocina que se rompió en mil pedazos a sus pies, se iban amontonando en su interior. Una herida encima de otra, como puñales clavados que se iban condensando, alimentando su malestar.
Al llegar a casa, se quitó los tacones, antes que nada y se desvistió. En camiseta y descalza paseó por la casa, tratando de aplacar su ira. Pero no desaparecía. Se sentía como una bomba de relojería a punto de estallar. Con un leve roce, con una simple respiración más fuerte de lo necesario.
Sonó el timbre.
-Vuelven a tener una gotera en el baño y estoy harta de tener que venir a decirles lo mismo, una y otra vez, arreglen de una vez por todas las tuberías. Siempre igual, que gentuza…
La vecina le soltó todo a bocajarro, sin un hola, sin un ‘buenos días’.
Lo que faltaba, en el peor de los días, la vecina más desagradable del mundo.
-No tienen ustedes respeto por nada y me dan lo mismo sus excusas, así no se puede vivir. Es insoportable. Les voy a echar del edificio, ya lo verán…
Y con las mismas se dio la vuelta y comenzó a subir la escalera, sin tampoco despedirse. Con su bata rosa fucsia, y sus rulos, y su voz chillona y áspera.
Cuando llegó su marido la encontró sentada en el suelo, con la mirada perdida y fija en la pared de en frente. Murmuraba algo entre dientes que no se entendía.
-Hola, cariño, ¿qué tal el día?
Silencio. Ella comenzó a moverse de atrás hacia delante, como acunándose, repitiendo un mantra ininteligible.
“maleducadamaleducadamaleducada”
Por si aquello no le había parecido suficientemente raro, se dio cuenta que el suelo estaba manchado de algo viscoso y oscuro.
-Pero ¿qué ha pasado?, volvió a preguntarle.
Su cara y su pelo estaban pringados con la misma sustancia viscosa, y aquello ya le asustó. Era sangre.
-¿Estás herida? Pero ¿Qué has hecho?
Miró desesperado a un lado y a otro.
Entonces se dio cuenta de que el rastro sanguinolento llevaba hasta el baño.
Al asomarse, vio el cuerpo de una mujer, en bata, tirada en la bañera, con la cabeza llena de sangre y las manos taponando el desagüe.
Ha subido la vecina a decirnos que había una avería en el baño y … la he arreglado.