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PODCAST: Cuentos de medianoche: Un mal día

Iniciamos un nuevo Podcast en Lancelot Medios en el que la periodista Mar Arias relatará algunos de sus Cuentos de medianoche

 

Por Mar Arias

 

Escuche aquí el relato 

 

 Un mal día

 

La primera vez fue comprando en Ikea. Fue a coger un lápiz y una de esas hojitas que ofrece la empresa para apuntar lo que te va interesando. Nada más rozar el folio se cortó en el dedo que comenzó a sangrar profusamente. No le dio mucha importancia. No la tenía.

 

Esa misma tarde cuando estaba haciendo el bocadillo de los niños, se rajó la mano con el plástico del paquete. Ni siquiera entendió muy bien cómo se había hecho semejante estropicio. Una pequeña punta picuda sobresalía amenazante y era la culpable de su nueva herida.

 

Cuando a la mañana siguiente, el exprimidor le retorció un dedo en una maniobra sin sentido y la tostadora abrasó sus manos hasta que le salieron ampollas, sólo pudo pensar que estaba especialmente torpe esa semana. Aún no sospechaba nada. ¿Qué iba a sospechar?

 

Tampoco cuando una ráfaga de aire especialmente caliente le abrasó la cabeza mientras se secaba el pelo con un secador a temperatura media. Se abrasó con la ducha, se le cayó encima de un pie la batidora en marcha, que por fortuna no llegó a golpearle con las cuchillas, y en una demostración de fuerza el coche comenzó a arder nada más ponerse en marcha.

 

Al tercer día por la noche, con el cuerpo lleno de magulladuras, tiritas y moratones, le dijo a su marido mientras se sentaban en el sillón que no daba una a derechas ‘últimamente’.

 

-Es como si todos los aparatos de casa, todas las cosas se estuvieran rebelando contra mí.

 

-No digas tonterías. Vamos a ver algo entretenido en la televisión y ya verás como se te pasa. Mañana ni te acordarás de esto. Rebelión… que cosas dices, murmuró él, mientras trataba de encender la tele con el mando.

 

El mando no funcionaba.

 

¡Qué raro!, pensó ella. Y se levantó a encender la tele pulsando el botón.

 

Cuando sintió la descarga que recorrió todo su cuerpo y la dejó pegada al suelo, lo supo. Han ganado, murmuró antes de cerrar los ojos por última vez.  

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