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Analizamos el perfil psicológico del entrenador detenido por presuntos delitos sexuales a menores

Nos preguntamos porque suelen producirse este tipo de fenómenos en entornos de formación deportiva

 

  • Lancelot Digital
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    Ha impactado en la sociedad la noticia confirmada por la Policía Nacional de la detención de un entrenador de un club de fútbol de Lanzarote por presuntos delitos sexuales explotación infantil.

     

    No es la primera ocasión que en la isla se lleva a prisión a un monitor deportivo en edades formativas por delitos de pornografía infantil o agresiones sexuales. Para analizar este comportamiento hemos hablado con la psicóloga, Jazmina Velázquez, que en primer lugar quiere diferenciar dos conceptos a veces confundidos como la pederastia y la pedofilia. “No es lo mismo un pedófilo que un pederasta, el primero puede consumir información sobre menores, pero no actúan sobre ellos, como ocurre en el caso de los segundos”, señala. “Normalmente suelen ser personas que han sufrido abusos de niños, físicos o psicológicos, o haber vivido situaciones de riesgo en relación con la sexualidad que hacen que sufran una parafilia, imputable porque son conscientes de lo que están haciendo en todo momento. Pueden carecer de empatía, saben que pueden usar a los menores a su antojo y lo hacen”.


    A veces los pedófilos carecen de antecedentes penales por lo que se complica la detección en estos entornos. “Hasta que no se sabe quienes son pueden tener unos antecedentes penales limpios y estar totalmente integrados en la sociedad, sin que se sepa quienes son”, explica, señalando que aunque se les hayan pedido antecedentes, es muy posible que no los tengan.


    ¿Por qué se repiten estas prácticas despreciables en el entorno del deporte de formación? “Básicamente porque estas personas buscan un contacto directo con los menores y ese entorno es el adecuado porque están en contacto con ellos mucho tiempo”, señala, apuntando que lo buscan precisamente por eso.

     

    Para esta profesional de la psicología, dos deben ser las máximas para evitar estos casos. “Que los menores no tengan acceso a las redes y que siempre haya dos personas para que uno pueda controlar al otro”.

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