Así fue cómo la Guardia Civil tuvo claro que Raúl Díaz Cachón mentía

Dos de los responsables de la investigación explicación la sucesión de los hechos
Este lunes continúa el juicio por el asesinato, ya confeso, de Romina Celeste por parte de su marido Raúl Díaz Cachón. A primera hora de la mañana, declaraban dos miembros de la Guardia Civil responsables de la investigación, uno de la Guardia Civil de Costa Teguise y el jefe del equipo de homicidios de Las Palmas.
Ambos fueron poco a poco desgranando los detalles de la investigación que les hicieron sospechar casi desde el principio del marido de Romina.
Tras la primera denuncia interpuesta por Raúl Díaz Cachón, el 8 de enero de 2019, el responsable de la Guardia Civil en Costa Teguise ya sospechó que algo raro estaba pasando y se solicitaron una serie de medidas judiciales, además de avisar a sus compañeros especializados de Las Palmas para que se trasladaran a la isla y ampliar la investigación.
La investigación pasa a riesgo algo, se intervienen los teléfonos, y se barajan tres hipótesis: desaparición accidental; desaparición voluntaria, que sería que la planteó el marido; o desaparición forzosa con indicios de criminalidad, que es la realmente preocupante y la que tenía todo el aspecto de ser la real.
El siguiente paso fue recoger muestras biológicas de Romina y precintar la casa.
Las alarmas saltaron del todo cuando el asesino confeso realizó una llamada a su primo, inspector de la Policía, y le cuenta que se encontró el cadáver de su esposa en el baño, tras una supuesta ingestión de medicamentos, y que decidió quemarlo y desmembrarlo. El inspector le aconseja ir directamente a la Policía a dar su versión.
Ya desde ese momento se comienza a trabajar directamente en la hipótesis de homicidio. Pero ¿por qué? Los agentes lo tienen claro. “El cúmulo de incongruencias no permitía ya pensar en otra cosa”.
Lo primero que llama poderosamente la atención de los investigadores es que el acusado no llamara a emergencias directamente y que quemara y desmembrara el cadáver de su mujer, obviamente, esa no parece una reacción lógica de un marido preocupado. Además, habló de ingesta de medicamentos que no podrían haberla matado (no eran tan fuertes) y que no le habían sido recetados; por otra parte, se encontraron rastros evidentes de sangre en el baño y de arrastre del cuerpo por la casa; también en el dormitorio y el patio había sangre de Romina; se encuentra una uña con piel del acusado; y una lentilla y una pestaña postiza, como si la mujer hubiera recibido el impacto de un puñetazo.
Recuerdan que Raúl Díaz señaló en numerosas ocasiones que Romina nunca había sangrado, tan sólo le salía "un hilillo de saliva por la boca".
No solo eso, el acusado realizó una compra de ropa desde el móvil de la fallecida cuando ya estaba muerta para hacer creer que seguía viva y se había marchado. Cuando asegura que no estaba en la vivienda, los vecinos habían escuchado ruido.
Tras quemarla, Raúl Díaz aseguró que tiró parte del cuerpo y las parrillas a los Hervideros, algo que desmiente el equipo de investigación, ya que se hubieran localizado dadas las buenas condiciones meteorológicas en el momento de la búsqueda.
Además, en el coche alquilado por parte del acusado, se encontraron restos de sangre y de pelo pelirrojo, color que llevaba la joven.
Un trabajo arduo, y detallado, que fue allanando el camino de una compleja investigación.