Canarias pierde en Semana Santa más de 400 millones de euros

Es el dinero que el Coronavirus ha robado a las islas y que se hubiera facturado si los 600.000 viajeros que estaba previsto que las visitaran no estuvieran confinados en sus casas. Lanzarote pierde cerca de 60 millones de euros
- Lancelot Digital
El Covid-19 se ha convertido en una doble pandemia letal desde el punto de vista sanitario y económico para el país, en general, y para Canarias en particular.
Canarias, cuyo principal motor económico es el turismo, se encuentra devastada económicamente, con los hoteles y restaurantes cerrados y sin turistas. El Coronavirus ha robado a las islas, sólo en esta Semana Santa, más de 400 millones de euros, que son los que se habrían facturado si los 600.000 viajeros que tendrían que haber venido a Canarias por estas fechas no estuvieran confinados en sus casas.
En el caso de Lanzarote, el sector turístico, es decir los hoteles y restaurantes de la isla, que suponen un quince por ciento del total de las islas, perdería unos sesenta millones de euros, tan sólo en Semana Santa.
Una Semana Santa sin turismo, la primera en sesenta años
Esta es la primera Semana Santa sin turistas de Canarias desde los años sesenta. En términos de negocio, tal y como publica El Día, los dos primeros meses de 2020 -no afectados por la cuarentena global- no fueron precisamente buenos. El gasto de los turistas extranjeros se redujo en enero un 2,9%, para volver a reducirse en febrero un 1,9%.
El nuevo ejercicio se estrenó así con dos caídas consecutivas de la facturación, algo que no se veía desde 2010, es decir, desde hacía diez años. En total, el negocio turístico facturó 70 millones menos que a comienzos de 2019, lo que presagiaba un ejercicio difícil por la inminencia del adiós del Reino Unido a la Unión Europea -el temido brexit- y la previsible devaluación de la libra y por la ralentización de la economía alemana.
Sin embardo, la llegada del Covid-19 y el frenazo, o hibernación de la economía, ha hecho que todo fuera aún a peor.
Estos días, tomando como referencia las cifras de 2019, deberían estar disfrutando de las playas, el clima y los paisajes de las Islas hasta 603.998 turistas. La mayoría, un total de 464.614, se hospedaría en hoteles y/o apartamentos, mientras que los restantes 139.384 se alojarían en segundas residencias de su propiedad, en casas de familiares o amigos y sobre todo en viviendas vacacionales. Cada uno de ellos pasaría en el Archipiélago una media de siete días y gastaría en sus vacaciones -sin incluir el precio del vuelo, sino únicamente el gasto que redunda directamente en beneficio de la economía canaria- unos 665 euros. 665 euros en alojamiento, en bares y restaurantes, en actividades de ocio, en comida o en tiendas de souvenirs, por ejemplo. Así pues, entre todos gastarían un montante de aproximadamente 403,5 millones de euros. O lo que es lo mismo: el sector turístico facturaría 403,5 millones de euros.
Todo lo anterior es, en resumen, lo que debería haber ocurrido en condiciones normales, pero de lo que en estos momentos carecen Europa y medio mundo es precisamente de normalidad. "El escenario actual es de extrema gravedad", admitía la consejera de Turismo del Gobierno de Canarias, Yaiza Castilla, la semana pasada. Tal es la gravedad que la propia Castilla le dibujó este miércoles a la ministra Reyes Maroto un futuro inmediato desolador para los hosteleros de la Comunidad Autónoma. Dando por descontado que la oferta de camas estará en verano en torno al 10% de sus posibilidades -básicamente para atender a los turistas locales- y que la gran mayoría de establecimientos continuará cerrada todo el año, la facturación perderá la friolera de 12.000 millones.
De esa cantidad, unos 3.200 millones corresponderían al subsector hotelero. Si se cumplen estos pronósticos, la economía de las Islas perdería el 28% de su Producto Interior Bruto (PIB), es decir, que por cada cien euros de riqueza que el tejido productivo canario genera al cabo del año en circunstancias normales, en estas nuevas circunstancias apenas generaría 72 euros. Una situación muy preocupante que deja el escenario económico insular lleno de incertidumbre.