Domingo, 14 Diciembre 2025
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Los aparcamientos habilitados se convirtieron en una zona de ocio y descanso para los más jóvenes 

 

 

  • Lancelot Digital
  • Jesús Betancort

 

 

Las fiestas de Famara se han convertido en algo más que una fiesta tradicional y marinera de un pueblo costero de Lanzarote. Un pueblo de pescadores que se han transformado en los últimos 40 años en una zona turística, con una población estable de unas 2000 personas, la mayor parte, gente de fuera que han elegido ese pueblo costero donde el alisio sopla con virulencia prácticamente todo el año, a excepción de los meses de setiembre y octubre, incluso noviembre, meses en los que no suele superar los 20 kilómetros por hora. Las ultimas fiestas de Famara en honor a Nuestro Sagrado Corazón de María confirmaron un año más, y más cada año que pasa, que los jóvenes se apoderan de las dos noches grandes. 

 

 

El viernes y el sábado último más de mil coches, muchos de ellos furgonetas camperizadas, pernoctaron en los aparcamientos habilitados en las inmediaciones del pueblo, en la parte sur-oeste. Unos aparcamientos que no sólo sirven para pasar la resaca de la noche sino que, debido a que la verbena cierra sobre las tres de la madrugada, también es utilizado por una mayoría para seguir despierto hasta el amanecer. Música baja y buen rollo, acompañando a las ultimas copas y cervezas que guardan celosamente en neveras portátiles que llevan en los vehículos.

 

Por suerte, gracias a los planes de seguridad, al buen hacer de la Policía Local y, sobre todo, a los agentes de la Guardia Civil, las de Famara se han convertido en unas fiestas seguras donde, en esta edición, prácticamente no ocurrió ningún incidente destacable. Aquellas ediciones de principio de la década donde casi siempre había heridos por pleitos o accidentes de coches, prácticamente han desaparecido.

 

Eso no significa que un día no pueda ocurrir, pero parece que ha habido una especie de selección natural y los bronquistas, o los violentos pasados de drogas, ya no acuden a las fiestas de la Caleta de Famara.

 

Otro fenómeno a destacar es que los “caleteros” de toda la vida, aquellos que viven o pasan el verano con las familias, salen corriendo esas noches de sus casas hacia otras zonas más tranquilas de Lanzarote. Muchos de ellos eran, o hacían hace 20 o 30 años, lo que hoy hace la generación más joven.

 

 

 

 

 


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