CORREO DE LECTORES. Réquiem por Pepita Díaz, nuestra presidenta de la Cruz Roja en Lanzarote

Hace tan solo unos días, el pasado 11 de noviembre, le fue entregada a la familia de Doña Josefa María Díaz González (Pepita para los amigos) la Medalla de Oro Nacional de Cruz Roja por la labor, que esta maravillosa dama, llevó a cabo para implantar en la isla de Lanzarote la Institución humanitaria.
Esta mujer de gran talante solidario, mujer de bandera, con carácter noble y fuerte al mismo tiempo, temperamento que no dejaba a nadie impasible, verbo rápido y locuaz, espíritu lleno de humanidad en busca del socorro del menos afortunado, una madre devota y una esposa cariñosa…nos dejó hace tan solo un año transmitiendo en su hijos, aquellos a los que muchos llamábamos los pecosos, la impronta de la ayuda al prójimo, del respeto al desdichado, del aliento al más infeliz. Porque Pepita, esa fabulosa canaria, que una vez te tocaba con su magia jamás podía caer en el olvido, supo mover cielo y tierra para mejorar la calidad de vida de los conejeros en una década, la de los setenta, en donde los vecinos se arreglaban entre ellos cuando las dolencias y padecimientos hacían presencia en sus vidas.
Recuerdo en mi niñez cuando mi familia y yo hacíamos cola frente a su hogar, ya que en aquellos días carecíamos de medios hospitalarios y acudíamos de seguido a ella quien nos recibía siempre con buena cara – espléndida y cariñosa sonrisa. Recuerdo también su larga melena al viento, perfectamente arreglada siempre, además de sus aros en oro como sello que la identificaban. Nos colocaba en línea para pincharnos las inyecciones que eran prescritas por Don Fco Perdomo – más conocido por Don Pancho el médico.
Con el tiempo tuve la suerte de conocerla más cercanamente y perduró en mi mente hasta sus últimos días, lo buena persona que siempre fue. Estaría escribiendo sobre ella incansablemente porque Pepita, Doña Pepi, esté donde esté, mantiene su recuerdo vivo en esta isla de Lanzarote que la adoptó como a una hija.
Merecido premio institucional aunque creo que el mejor regalo es el que ella tuvo a bien darnos a todos los conejeros y que siempre reconoceremos en su figura.
Gracias por siempre.
Bienvenido Saavedra Ramón