Domingo, 14 Diciembre 2025
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Los que se llenaron la boca defendiendo lo público, hundieron en la miseria a dos empresas públicas

Lo fácil es no hacer nada y dejar aumentar las pérdidas hasta morir por ellas, como hizo el socialista Carlos Espino en los dos años y medio que ¿gestionó? los Centros Turísticos del Cabildo. Lo difícil es tomar decisiones que hagan mínimamente viable una empresa pública que adeuda 17 millones de euros actualmente. Lo fácil es dejar que la hostelería de los Centros (cocineros y camareros) siga generando unos siete millones de déficit anuales y se coma los beneficios de las entradas. Lo fácil hubiera sido externalizar la gestión de la restauración sin buscarle una viabilidad para que siga siendo pública. No hacer nada, cruzarse de brazos, beneficiar a los amigos y a vivir que son dos días, hubiera sido lo fácil para el nuevo grupo de gobierno del Cabildo y para Astrid Pérez, consejera delegada de lo que queda de los Centros Turísticos que le dejó Carlos Espino y compañía. Eso hubiera sido lo fácil. Lo difícil es buscar una solución a los grandes problemas que han hundido a los CACT. Lo responsable es buscar la fórmula que permita que los CACT sigan existiendo y sigan siendo públicos.
Lo curioso es que los que se han llenado la boca todos estos años defendiendo lo público, lo único que han hecho es hundir en la miseria a las dos empresas públicas por excelencia de Lanzarote. Inalsa fue secuestrada por la Justicia en la época de los socialistas, con Manuela Armas de presidenta del Cabildo, por el desastre de gestión que la llevó a acumular una deuda de unos 40 millones de euros, y los Centros Turísticos terminarán con el cartel de cerrado por ruina en pocos meses sino se toman medidas drásticas ya. Somos de los que pensamos que el Plan de Viabilidad presentado por la consejera delegada, Astrid Pérez, y apoyado por Pedro San Ginés, es timorato, insuficiente. Lo mínimo que se puede hacer para que el moribundo no termine falleciendo, pero no es la solución, ni mucho menos para unos Centros tocados de muerte. Y la solución, como el tiempo demostrará, no es otra que externalizar o hacer rentable la hostelería que hoy hunde los Centros, además de modernizar la estructura empresarial de los Centros Turísticos y acabar con las malas prácticas políticas de antaño. Gestionar los Centros Turísticos como una empresa y no como un tinglado para que vivan 350 personas mientras estos se desangra plácidamente.
Lo peligroso no son las ideas nuevas sino combatir las ideas viejas que se incrustan en la sangre de las personas. Y eso es lo que está ocurriendo con los Centros Turísticos, que todavía sus trabajadores creen que se puede mantener una empresa que ya no genera ni ingresos para pagarle sus privilegiadas nóminas. Si en algo han pecado sus actuales gestores, ha sido por defecto no por exceso. Si por anunciar un plan de viabilidad que sólo busca aguantar la agonía sin tocar a la sobredimensionada y costosa plantilla ya ha armado la que ha armado el núcleo duro de los trabajadores, qué no harán cuando la tozuda realidad se imponga. En mano de los trabajadores está hoy la solución al ser parte del problema. Mirar al pasado y agarrarse a él sólo irá en contra de ellos y de Lanzarote.

Lancelot


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