El pato de Caleta Caballo 'voló' a La Granja del Cabildo
El ave se había convertido en un problema para los bañistas de la zona por la suciedad que generaba en la playa
- Lancelot Digital
Costó más de lo previsto sacar el pato que hace casi un mes decidió 'ir a pasar el verano' en la cala del pueblo de Caleta de Caballo (Teguise). Dado que no existen protocolos claros sobre qué hacer cuando un ayuntamiento se encuentra un ave no doméstica, al final, el sentido común se ha impuesto y la concejala de Tenencias de Animales, Sara Bermúdez, adoptaba la decisión de actuar y llevarse el pato criollo a la Granja de Cabildo de Lanzatote, quién a partir de ahora se encargará de alimentar al ave.
A primera hora de este jueves, el encargado de la perrera y tras evacuar el correspondiente informe el responsable-técnico del Departamento de Tenecias de Animales, se dirigió rápido y veloz a la Caleta de Caballo y se llevaba, por fin, al ya famoso pato. Un ave que, al principio, se convirtió en una atracción para el 'chiquillaje' pero que con el paso de los días y semanas se convirtió en un problema. Sobre todo porque empezó a generarse un problema de salud pública y una incomodidad para los bañistas, que veían flotar suciedad o los callaos y rocas pringados de excrementos. Y es que cada uno tiene que estar en su habitat natural, y como sabe el habitat del humano en verano y en Canarias es la playa.
Ya había gente que con tanto pato para arriba, pato para abajo, tanta burocracia y tanta tontería, creía que lo que había que hacer es lo de antaño: cogerlo a escondidas y 'botarlo a otro sitio o desplumarlo y llevarlo al caldero directamente sin más miramiento'. De momento, lo políticamente correcto ha salvado al pato de las 'brutalidades de antaño' y va a vivir cómodamente en su nuevo hábitat de la Granja del Cabildo. Un paraíso. Allí donde en los años 80 llevaron a un camello-semental, el mejor de Fuerteventura, según vociferaba la propaganda oficial de entonces, para cruzarlo con las camellas de Uga, los llamados taxis de la Montaña del Fuego, pero que a los pocos días dejó de funcionar. Unos aseguran que los majoreros nos endosaron un semental gastado, famoso en La Oliva, por sus sonoros gatillazos. Otros, en cambio, con más tino, aseguran que comenzó a vaguear desde que lo 'hicieron funcionario' y entró en nómina para no desentonar con el resto. Antes de trabajar exigió alfafa extra, agua de Benzoya y un reconfortante pajar para echarse. Y allí se quedó, feliz y bien alimentado, sin cruzar a ninguna pobre camella desde que llegó a Lanzarote.
El pato criollo es natural de suramérica que muchos canarios han traído a sus pequeñas granjas domésticas por son grandes ponedores. Algunos de esos patos se escapan y se van a humedales o zonas donde creen que pueden vivir. Y todo apunta que el pato de Caleta de Caballo es uno de esos patos que salió volando de su granja y decidió no regresar.