Viernes, 05 Diciembre 2025
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Peleas de gallos furtivas en Lanzarote

La Guardia Civil analiza si se está incumpliendo la normativa canaria que permite la actividad, pero con condiciones 

  • Lancelot Digital

 

El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil investiga las peleas de gallos que se celebran en Lanzarote al sospechar que podrían estar incumpliendo la normativa recogida en la Ley de Protección de los Animales de Canarias de 1991.

A diferencia del resto de España, en el Archipiélago las peleas de gallos no están prohibidas, ya que la legislación autonómica las reconoce como una práctica cultural arraigada en determinadas islas y vinculada al mantenimiento de los llamados gallos finos o gallos ingleses. Sin embargo, la misma norma establece condiciones estrictas para la organización de estos eventos, que deben celebrarse en lugares autorizados y bajo determinadas garantías.

 

Expediente abierto en Teguise

En este contexto, el Seprona ha solicitado información al Ayuntamiento de Teguise, que ya había abierto semanas atrás un expediente informativo sobre estas actividades. El concejal de Policía y Bienestar Animal, Ginés González, confirmó que se ha remitido toda la documentación requerida, mientras que la alcaldesa, Olivia Duque, también ha recibido una petición formal de información por parte de la Guardia Civil. La investigación podría derivar en la suspensión de las peleas programadas para la próxima temporada si se demuestra que no se ajustan a la normativa vigente.

 

Una tradición en declive

Las peleas de gallos tienen una larga trayectoria en Canarias. Introducidas probablemente desde Andalucía entre los siglos XVII y XVIII, alcanzaron gran popularidad en Tenerife y Gran Canaria, donde se vinculaban a casinos y círculos sociales de notables. En Lanzarote también existieron galleras en Arrecife y Teguise, especialmente durante finales del siglo XIX y buena parte del XX.

No obstante, el arraigo de esta práctica ha ido menguando en las últimas décadas. El cambio en la sensibilidad social hacia los animales, las críticas de colectivos animalistas y la falta de relevo generacional entre los criadores han reducido notablemente su presencia. Algunos expertos apuntan incluso a que, de mantenerse esta tendencia, las peleas de gallos podrían desaparecer en unas pocas décadas.


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