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Equilibrios en la cuerda floja

La crisis económica y sanitaria del coronavirus ha dejado tocado el tejido empresarial de la isla que trata de mantenerse a flote en una situación muy delicada

 

  • Lancelot Digital
  • Jesús Betancort
  •  

     

    El tejido empresarial de Lanzarote ha quedado muy tocado por el covid. Es un hecho. Lanzarote depende del turismo casi en un 90 por ciento y al estar éste diezmado, también lo está la economía insular y las empresas de la isla. Además, a la reducción del número de turistas, al cierre de los hoteles y al elevado número de personas que siguen en erte, más de 16.000 todavía, se suman el miedo que tiene la gente al contagio, algo que ha hecho que se retraiga el consumo local. Los lanzaroteños han perdido capacidad económica y, además, tienen miedo de salir a la calle.

     

    La situación de los comercios es irregular. Mientras algunos como las tiendas de ropa, ocio u objetos que no son imprescindibles, lo están pasando muy mal, otras como las relacionadas con el sector de la alimentación lo llevan algo mejor. Las tiendas de deporte y las peluquerías, han pasado el trago mucho mejor que, por poner un ejemplo, las zapaterías o boutiques. La situación es tan grave que, a nivel internacional, las cadenas de moda han comenzado a sacar líneas de ropa para estar en casa.

     

    Otra historia con personalidad propia es la de los bares y restaurantes, que viven pendientes del aumento de los contagios y de las variables medidas que toman los gobiernos. Muchos tienen puestas sus esperanzas, y también su límite, en la próxima Navidad.

     

    En cualquier caso, y a pesar de que cuando finalizó el confinamiento muchas empresas dieron un paso adelante, para aportar seguridad al destino e influir en una imagen de seguridad para quienes nos visitan, y sacaron a sus empleados del Erte, muchos han tenido que retroceder y volver a enviarlos, cuando no cerrar para siempre sus puertas.

     

    Las tiendas dedicadas a las actividades deportivas, en general, han sufrido un repunte, al  menos cuando pudieron abrir después del confinamiento. La gran cantidad de personas en Erte y el tiempo libre del que disponían, ha hecho que apuesten por las prácticas deportivas.

     

     

    Así lo confirma, Álvaro González, encargado de la tienda Va de Bicis. “Estuvimos cerrados dos meses porque no nos dejaron otra opción, pero en cuanto el Gobierno nos permitió volver a abrir el establecimiento lo hicimos”, explica. “Nosotros hemos estado a tope. Muy bien, muchísimas más ventas que en un año normal. Notamos un poco solamente el pico tan alto que hubo en el mes de agosto, pero cuando empezó a bajar, otra vez volvimos a remontar. En cualquier caso, incluso con esa bajada, si comparamos las cifras con las del año pasado, no hay punto de comparación. Esta claro que la gente ha optado por hacer deporte para plantarle la cara a la pandemia o, al menos, para pasar el tiempo de la mejor manera posible”.

     

    Álvaro asegura que la situación es similar en otras tiendas de deportes. “Ante la falta de opciones, la dificultad de salir por ahí y la escasez económica, el deporte ha sido la salida de muchos”, añade.

     

    Sin dinero para caprichos

     

    Jonathan Martín es el propietario de Gamer Store, un establecimiento de videojuegos. Su opinión, no es la misma, ni mucho menos. En su caso, las cosas no pintan tan bien.

     

    “Yo iba a abrir en el mes de febrero o marzo, pero me pilló todo esto y no pude hacerlo hasta que acabó el confinamiento”, explica. “Todo fatal, traer productos se convirtió en una odisea, se produjeron muchísimos retrasos, cuando por fin abrimos bien, las cosas no fueron cómo esperábamos. Y ahora, con esta segunda ola, el miedo de que todo cierre de nuevo, y el estado prolongado de parte de la población en Erte hace que no haya dinero para ocio y la gente no está comprando videojuegos. No hay economía para caprichos”.

     

     

    También Juan Barreto, propietario del gimnasio capitalino World Class Gym, confirma el hecho que a las actividades relacionadas con el deporte, al igual que ha ocurrido con los supermercados, no les ha ido mal.

     

    “Nosotros estuvimos cerrados tres meses, pero nada más abrir y adaptarnos a todo lo que se nos exigía, gel higiénico, exigir el uso de mascarillas, instalar bobinas de papel para que todos los usuarios limpien las máquinas cada vez que se usen, esto no ha dejado de estar lleno”, afirma. “Nuestros clientes siguen viniendo al gimnasio tanto como lo hacían antes, yo me atrevería a decir que, incluso, un poco más que antes. Supongo que en algo debe estar entretenida la gente y, claro, hacer ejercicio siempre es bueno.

     

     

    Buscando un respiro


    Liliana Cardona, responsable de La Fábrica del Cartucho, donde se venden tanto cartuchos de tinta como muñecos, camisetas y todo tipo de juegos, asegura que la situación que están pasando no es buena. “Nosotros cerramos todo el tiempo que nos exigieron y luego empezamos a abrir unos días solo hasta llegar a abrir a diario, pero la situación es muy regular. Hay menos clientes, muchas empresas y tiendas de la calle han cerrado, las cosas no están bien”, señala. “Ojalá mejore un poco la situación porque sino muchas tiendas van a acabar por cerrar. Hay que seguir luchando, está claro, pero es necesario que las cosas mejoren un poco”.

     

     

    Reinventarse a cada paso

     

    Ludovic Lamontagne y Yolanda Verona, propietarios de la pastelería Lamontagne de la capital de Lanzarote, tuvieron claro, desde un primer momento, que las situaciones difíciles exigen capacidad de reinventarse y eso es precisamente lo que hicieron: buscar el hueco de mercado que les permitiera no tener que cerrar.

     

    “Somos muy versátiles, eso es cierto, así que nos pusimos a pensar y se nos ocurrió que para que la gente estuviera en sus casas y pudiera salir lo mínimo posible podíamos empezar a hacer panes grandes de masa madre. Lo que surgió como una ocurrencia, tuvo un éxito tremendo y la gente empezó a llevarse panes que les duraban toda la semana”, explica Yolanda Verona. “Estuvimos todo confinamiento haciendo pan y tartas pequeñitas y personalizadas, ya que mucha gente quería agradecer a sus vecinos los favores y la ayuda recibida durante los peores momentos”.

     

    Verona cuenta cómo lo hacían. “No llevamos nada a domicilio, pero la gente se acercaba hasta la pastelería con el coche y nosotros bajábamos para entregarles el producto que nos pagaban con tarjeta o nos hacían transferencias bancarias, la idea era tener el mínimo contacto posible”, explica.

     

    A pesar de que la situación mejoró, asegura que sigue estando bastante triste. “Hay mucha gente que sigue en Erte, los hoteles siguen cerrados y las celebraciones están diezmadas. Nuestra principal fuente de ingresos son los eventos grandes: bodas, inauguraciones, comuniones y ahora casi no se hacen, y si se hacen, no es para 120 invitados, sino para diez… y claro, no es lo mismo”, señala. “Nos queda la gran fiesta, que es la Navidad, y yo creo que, ya sea con toda la familia o con parte, seguirá comiendo dulces y roscones”.

     

    Verona asegura que la situación no es buena. “Nosotros somos una empresa de alimentación, pero yo no sé cómo lo están haciendo los propietarios de tiendas de ropa, por ejemplo, lo veo muy complicado. La gente no está saliendo de casa, y claro, no compran ropa”, señala. “Nosotros, por nuestro trabajo, escapamos, pero también hemos tenido que prescindir de personal y ahora lo hacemos todo nosotros. Ahora de lo que se trata es de resistir y aguantar en pie hasta que las cosas se normalicen”.

     

     

    Echando cuentas

     

    Víctor Gómez del conocido restaurante El Granaíno de Arrecife cuenta cómo lo han pasado ellos. “Nosotros, desde que permitieron abrir, hemos estado trabajando bien, sin problemas, hemos empezado a notar el bajón ahora, y sobre todo con el tema del tabaco porque mucha gente, si no le dejan fumar, prefiere quedarse a comer en su propia casa. A nosotros nos ha supuesto unos 250 euros diarios de caja”, señala. “Además, con la segunda recaída hemos notado una nueva bajada. Me temo que la gente se empieza a dar cuenta de lo que se nos viene encima”.

     

    En El Granaíno, un establecimiento que ha estado casi siempre lleno, no las tienen todas consigo. “Aunque no lo parezca, no lo tenemos claro. No sabemos cuánto tiempo aguantaremos. De momento, estamos haciendo cuentas. Habrá que ver si podemos seguir, si tenemos que ir a un Erte… o si hay que cerrar. Esperemos que no sea necesario, pero habrá que ver… de momento, no nos cuadran las cuentas y eso que somos un local que trabajamos, pero claro, muchas veces, una mesa tiene gente pero están tres horas con una consumición… y claro… no se puede”.

     

    Una prórroga imprescindible

     

    Los sindicatos se mostraron muy satisfechos tras conocerse la prórroga que da el Gobierno de la nacional a los ERTES, que finalizaban el 30 de septiembre y que continuarán hasta el 31 de enero. “Es una buena noticia. Es un acuerdo realizado en consenso con la mesa de diálogo y respaldado por las dos organizaciones sindicales y por la propia patronal, de manera que entendemos que es un balón de oxígeno, sobre todo en las circunstancias en las que nos encontramos en estos momentos para proteger el empleo y garantizar la viabilidad de muchísimas empresas”, aseguraba César Reyes, secretario general de UGT en Lanzarote. “Hay dos muy buenas noticias en este marco: el mantenimiento del contador a cero en cuanto a que la prestación por desempleo del trabajador no se va a incluir en su desempleo particular y que se sigue manteniendo el 70 por ciento de la base reguladora”, explicaba.

     

    Pese a que la desescalada se ha ido llevando a cabo desde hace meses, Lanzarote todavía tiene muchos trabajadores en ERTES. “Hay que recordar que eran unos 21.000 trabajadores los que resultaron afectados en Lanzarote cuando se presentaron los ERTES inicialmente, pero ahora mismo quedarán entre 15.000 y 17.000 personas, ya que aunque mucha gente se reincorporó al trabajo, las últimas semanas muchísima gente ha vuelto a los Ertes por la bajada de ocupación hotelera y extrahotelera”.

     

    Para César Reyes la recuperación económica de Lanzarote dependerá entera y exclusivamente de la recuperación del sector turístico. De lo contrario, los ERTES se convertirán directamente en cierre de empresas y despidos directos

     

     

     

     

     

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