Domingo, 14 Diciembre 2025
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

El año sabático de Kumar Dadlani

Mar Arias Couce
Fotos: Kepa Herrero y cedidas

La crisis económica fue el detonante final para que Kumar Dadlani se decidiera a hacer algo que lleva ya tiempo pensando. De hecho, él y su novia, Virginia Escobar, ya habían adquirido recientemente un barco de pesca deportiva de grandes dimensiones, el Lani´s, que ellos mismos trajeron a la isla navegando. “Cuando compramos este barco lo hicimos pensando en grandes viajes a parajes lejanos”, explica el conocido empresario. “No es muy normal que un barco de estas características cruce el Atlántico”, señala, y añade. “Llevaba muchos años trabajando duro, y pensé que era un buen momento para hacer un alto y tomarme un año sabático con mi pareja. Además, mis encargados llevaban años trabajando conmigo y se merecían contar con sus propias empresas, así que no lo dudé, solucioné todas las cuestiones empresariales y nos metimos de lleno en esta aventura”.
Sólo hay que mirar sus rostros, impregnados todavía de hazañas marinas y apenas acostumbrados de nuevo a la dinámica insular, para tener la certeza de que la aventura mereció la pena.
Admiten que ya su primera aventura como navegantes les dejó con ganas de más, de mucho más. Y en cuanto tuvieron oportunidad, se echaron a la mar.
A pesar de todo, y aunque pudiera parecer un viaje espontáneo, lo cierto es que antes de iniciar su particular aventura, prepararon hasta el último de los detalles técnicos, para evitar imprevistos con consecuencias no deseadas.

Ruta de ensueño
Si en el primer viaje recorrieron una parte de la costa americana, en esta segunda ruta tenían claro el recorrido: Canarias-Cabo Verde-Brasil-La Guayaba francesa-Trinidad-Tobago-Granada-Los Roques de Venezuela-La Guaira-Aruba-Bonaire-Curasao-Las Antillas Holandesas-México. “Ahí dimos por finalizado el viaje, pero no regresamos aún fuimos a Cuba, La Habana, Las Bahamas, Palm Beach, Georgia… y luego embarcamos el barco en un carguero y volvimos en avión”, explica Kumar.
Sin embargo, tal y como dice el empresario, “no se trataba de hacer regatas. En cada lugar que nos gustaba nos quedábamos un par de semanas pescando y disfrutando de la naturaleza y del paisaje”, y añade. “Lo que sí teníamos claro es que queríamos evitar las grandes ciudades. Parábamos en ellas para repostar, comprar comestibles o lo que necesitáramos, pero con las mismas nos marchábamos. Sin embargo, pasamos semanas en islas apenas habitadas a las que no se puede llegar en avión”.

Organización
Las medidas de seguridad fueron una de las cosas que más tuvieron en cuenta a la hora de planificar el viaje. “Nunca se sabe que imprevistos pueden ocurrir, con qué puedes impactar y en el barco íbamos nosotros dos y un marinero, así que procuramos cuidar todos los detalles”, señala. “Lo primero fue calcular las corrientes y el combustible necesario, después como decía las medidas de seguridad: lanchas neumáticas, teléfonos satélites, lanchas salvavidas… además los tres habíamos hecho cursos de supervivencia y yo soy capitán de Yate y Virginia patrón de yate, con lo que si a alguno enfermaba o le pasaba algo, había alguien preparado para sustituirle”, explica. “Estudiamos mucho todo el recorrido antes de salir”.
Sin embargo, por mucho que habían leído y se habían documentado no se podían esperar muchas de las cosas que encontraron a su paso. “Fue increíble”, cuenta Virginia, “llegábamos a algunas islas casi despobladas y los indígenas venían en canoas de madera a saludarnos, a ofrecernos cosas o a pedirnos algo… nos enseñaron a sacar aceite de las palmeras, a ahumar el pescado, fuimos a pescar con ellos en varias ocasiones…”.
A pesar de que llevaban el barco cargado de provisiones, entre latas y congelados, lo cierto es que pescaban prácticamente a diario. “Nos hemos alimentado muy bien, mejor que en casa diría yo”, señalan. “Pescábamos cada día, cogíamos langostas y de todo, pero seleccionábamos lo que pescábamos y lo que no consumíamos, se lo dábamos a los indígenas o a quién lo necesitara”. “Incluso, una vez nos quedamos sin dulces”, apunta Virginia entre risas, “y fuimos a una de las islas a por cocos e hicimos una tarta”.

Destinos exclusivos
Muchas son las imágenes que han traído impresas en la retina. Aguas turquesas cristalinas, arenas finas y blancas como el nácar, islotes reducidos como los de una viñeta de cómic, lugares imposibles de belleza ilimitada. Entre todos ellos, algunos quedaron especialmente en su memoria. “Nos encantó San Blas, sobre todo porque la visitamos después de venir de Fortaleza y de Trinidad de Tobago, que son lugares con más población y más turismo, al llegar a las islas de Los Roques, San Blas… son de ensueño, aguas increíbles, cielos llenos de estrellas… La gente nos recibía muy bien, incluso más de uno nos llegó a preguntar si el nombre del barco tenía algo que ver con los restaurantes de Lanzarote”, comentan. “Al final, el mundo es mucho más pequeño de lo que parece”.
Aseguran, sin temor a equivocarse, que han echado muy pocas cosas de menos en todo este año. “Llevábamos todo lo necesario y volvimos cuatro veces para ver a mis hijos, regresando luego al punto en qué nos encontrábamos”, señala el empresario. “No necesitábamos nada porque este barco, por tener, tiene hasta una desalinadora de agua que produce unos mil litros de agua al día y el combustible nos duraba un mes”.

Piratas en alta mar
No todos los recuerdos son tan paradisíacos. Hubo momentos de nervios y de tensión. “Encontramos una zona de piratas, en Colombia, y tuvimos que navegar prácticamente sin luces, y también en Panamá pillamos mal tiempo durante un par de días, y lo cierto es que se pasa mal”, señala. “De Cabo Verde a Fernando de Loroña, fueron seis días y seis noches de mal tiempo continuado”.
Después de un año fuera de casa, ambos han llegado con ganas de retomar su vida cotidiana y, en el caso de Kumar, volver a tomarle el pulso a la actualidad empresarial de la isla. “Tengo proyectos en mente, como siempre muy ligados a un turismo de calidad. Siempre he creído que Lanzarote merece la pena y ahora necesita un pequeño empujón para salir adelante”, asegura.
No obstante, tampoco descartan seguir haciendo pequeños viajes a Cabo verde, a Madeira, a destinos no tan lejanos de los que poder disfrutar unos días.


PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
×