La historia escondida detrás de las molinas
No sólo servían para cubrir las necesidades básicas, eran auténticos puntos de encuentro
- Lancelot Digital
Hace justo una semana, el pasado viernes 22 de agosto, Lancelot Televisión publicaba que se comenzaría a restaurar la Molina de Don Juan Armas, en San Bartolomé. Un símbolo en la historia y cultura que no sólo pertenece a esta localidad, sino que también forma parte de la identidad y tradición de la isla, tanto esta como muchas otras. Pues las molinas eran puntos de encuentro mientras se esperaba que los granos se convirtieran en harina, era una forma de cubrir una de las necesidades básicas, la alimentación y era economía, pues en torno a ellas circulaban intercambio de dinero por productos ya que tostar el grano era toda una odisea, sobre todo para la clase más humilde. Así lo explica el cronista oficial de San Bartolomé, José Hernández, contando cómo funcionaban las cosas en aquel entonces.
Todo ello sin olvidarse de la leña, el combustible que había en aquel momento y que permitiría que todo el proceso se pudiese llevar a cabo. ¿Pero de dónde se sacaba si Lanzarote nunca ha sido una isla con grandes áreas de vegetación? Las vendían los propios dueños o se robaba para leña.
Una época entre, aproximadamente, los años 40 y 70 en los que las dificultades agudizaban el ingenio con el fin de sobrevivir, dejando huella en una historia que se ha abandonado y parece que poco a poco se quiere recuperar.