La pachanga de Pedri en Dinamarca
El canario dio un recital y guio a la Selección Española a los cuartos de final de la Eurocopa 2020
- Guillermo Uruñuela
- Cedida
Sonaba el himno nacional y la cámara tuvo que descender para recoger el rostro de un chiquillo; un muchacho que reflejaba en su mirada el mismo nerviosismo que un estudiante de bachiller echándose un pitillo en la puerta del instituto. Parecía que estaba allí de paso, invitado por su padre para hacerse la foto con los futbolistas profesionales de la selección.
Unos minutos más tarde pitó el árbitro y durante dos horas, Pedri se hizo enorme. En su partitura no existen notas discordantes y encuentra como nadie la solución perfecta en esa ecuación imposible para el resto. Da igual cómo se la tires, y los rivales que tenga alrededor. Su cabeza va a otro ritmo y sus pies ejecutan a la misma velocidad. Si le anticipan, se gira y si le aprietan por la derecha pues sencillo, sale por la izquierda.
Luis Enrique lo quiere dentro a toda costa. No lo saca del verde. Tanto es así que ha disputado todos los minutos del combinado nacional y saben por qué. Porque nunca la pierde y siempre la pasa bien. Parece sencillo, pero en la complejidad de esa "simplificada" forma de entender el juego se fraguaron los éxitos recientes de La Roja.
Con 18 años pocos en el mundo habían demostrado tanto. Ni tan siquiera figuras como Iniesta, Xavi, Silva, Modric, Alonso etc... podían exhibir este nivel siendo críos. Pedri sí. Dicho lo cual; coincido plenamente con la segunda persona que más sabe de fútbol en la isla: le falta ambición para acercarse al área -tiempo al tiempo. Por eso necesita un entrenador que le recuerde constantemente lo bueno que es y que puede ofrecer más. La gran mayoría de futbolistas de su edad, siendo suplentes en Segunda B, se tatúan, se cortan el pelo como CR7 y llevan zapatillas de 500 euros; es decir, se pierden en las cosas superfluas que poco tienen que ver con la pelota. A Pedri sin embargo le tendrían que dejar claro ya que es un mega crack.
El canario es el caso opuesto al resto. Éste sí tendría que creérselo y ponerse unas mechas en el pelo, un tatu en el antebrazo y comprarse un coche macarra. O hacer algo para convencerse del todo de que con 18 años es de largo el mejor.