La vida desde la cama y con un desesperado pedido de ayuda

Maximiliano ni puede pagar el alquiler
Mar Arias Couce
Foto: Kepa Herrero
Rodeado de sus medicinas y acompañado de sus recuerdos, Maximiliano González vive postrado en una cama a la que le tienen atado sus numerosas enfermedades desde hace tiempo. Antes, cuando era más joven, tenía más energía y buen humor y no dejaba de hacer cada año un belén en su domicilio de la calle Argentina de la capital que mucha gente iba a visitar. Los álbumes de fotos y recortes de periódico, prueba de ese pasado no tan lejano se encuentran junto a su cama, pero ahora no tiene ni ganas de abrirlos.
Su domicilio siempre está abierto con una aldaba, por si le pasara algo y tuvieran que entrar a auxiliarle. Junto a él, en otro apartamento, vive su hermano. Él es quién le prepara la comida, le limpia la casa y le compra y administra los medicamentos: más de 26 pastillas diarias.
Maxi se encuentra mal, y encima ahora se enfrenta a un aviso de desahucio por impago durante los últimos 7 meses. Los Servicios Sociales le ofrecen marcharse a una residencia dónde estaría atendido las 24 horas del día, pero él se resiste a abandonar su casa y sus cosas. Un dilema complicado que él narra entre lágrimas. “Debo siete meses de casa y me han dicho que me tengo que marchar, pero yo no quiero dejar esta casa, y mi única opción es ir a una residencia y dejarlo todo”, explica. “Les he dicho que yo no me niego a pagarlo, que voy poco a poco pagando lo que pueda, pero es que me pasan las facturas de todos estos aparatos que tengo para ayudarme, la cama eléctrica, los muebles que he ido comprando, los medicamentos, y no me llega…”, señala. “Además, si me voy a una residencia mi hermano que vive al lado, y se acaba de operar las piernas, se quedaría sólo y se me moriría de pena”.
Y es que Maximiliano tiene nueve enfermedades. “Soy minusválido absoluto, tengo cardiopatías, un soplo en el corazón, diabetes, mala circulación en las piernas y otras muchas cosas”, y añade. “me tengo que operar, pero no pueden porque tengo un marcapasos y válvulas obstruidas y se hace más complejo. Tomo 26 pastillas diarias y no puedo dormir de preocupación”.
Es consciente de que en el momento que decida marcharse a una residencia su pensión se dedicaría prácticamente en su totalidad a pagarla, e insiste en que no quiere perder su casa y sus recuerdos por nada del mundo. “Estoy sólo y no tengo otra cosa que esta casa y a mi hermano”, señala. “Estoy muy triste y ya no puedo ni levantarme de la cama porque me vengo abajo y me caigo al piso”.
Ayuda en todo momento
La responsable del Área de Servicios Sociales de Arrecife, María Emilia Perdomo, asegura que la trabajadora responsable del caso se ha ocupado en todo momento de Maxi. “Hemos seguido el caso de cerca, y le hemos conseguido una pensión vitalicia, además de ayuda a domicilio, pero Maxi nos llama constantemente pidiéndonos cosas y nosotros tenemos otras 30.000 personas que necesitan ayuda”, señala. “Lo mejor para él sería ir a una residencia, tal y como le hemos ofrecido. Allí estaría atendido las 24 horas del día y no tendría por qué preocuparse más, pero no quiere dejar su casa. Lo cierto es que eso es lo que necesitaría y es lo que le podemos ofrecer”.