Lanzarote y el Plan Insular que no llega
Mientras las fuerzas políticas no se ponen de acuerdo para sacar adelante un nuevo documento, la isla sigue rigiéndose por un documento que data de 1991
- Lancelot Digital
Lanzarote lleva casi tres décadas rigiéndose por el mismo Plan Insular, un documento que se elaboró a finales de los años ochenta y que se aprobó en el año 1991. Durante todos esos años, muchos han sido los gobiernos que han tratado de sacar adelante un nuevo documento, más acorde con la realidad de la isla en pleno siglo XXI. La socialista Manuela Armas fue la responsable de encargar el actual documento que lleva once años dando vueltas en las manos de técnicos y políticos sin que se acabe de sacar adelante. Lanzarote necesita renovar numerosas infraestructuras algo que todos tienen claro cuando se presentan a unas nuevas elecciones pero que parecen olvidar cuando toca gobernar o estar en la oposición. El presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, es uno de los mayores impulsores de la aprobación del plan, un documento que, en su opinión, la isla necesita con urgencia. “El Plan insular nació con la vocación de ofrecer una visión estratégica de la isla a largo plazo que atendiera a la integración de las necesidades urbanísticas y ambientales con las nuevas demandas sociales y económicas de la isla”, señala San Ginés. “En ese sentido, desde el primer momento apostó por la diversificación económica y una transición hacia las energías limpias, por una reactivación de la agricultura para que sea viable económicamente, por una gestión creativa de los recursos naturales atendiendo una visión contemporánea del paisaje, por atender la vertebración territorial principalmente en el entorno de Arrecife y su área de influencia y por un replanteamiento del modelo turístico de sol y playa. Temas todos ellos de un profundo calado orientados a coordinar las políticas del propio Cabildo, del Gobierno Canario y del Estado en la isla”.
El nacionalista recuerda que “el periodo de tramitación y debate del plan ha sido muy largo desde la aprobación por unanimidad del modelo territorial del avance en 2008, ello ha tenido la ventaja de que todos los temas han podido ser discutidos y consensuados con los actores protagonistas de la isla: grupos políticos, alcaldes, empresarios turísticos, asociaciones civiles y de defensa de la naturaleza, agricultores, etc”, y añade. “Según el equipo redactor, puede decirse sin exageración que es uno de los procesos de planeamiento con mayor conocimiento ciudadano y participación social de los desarrollados en España y en las Islas en las últimas décadas. La visión de cada uno de los actores es diferente en función de sus legítimos intereses, pero la voluntad del Plan es integrar, sumar y convertir la diversidad en un modelo territorial coherente que responda al interés general”.
Aportaciones del plan
San Ginés afirma que “el Plan da un salto adelante en la protección ambiental desde la perspectiva de la capacidad de carga, es decir la aptitud que tiene la isla para soportar un determinado nivel de urbanización sin que se produzca un deterioro ambiental, social o cultural. Incorpora todas las novedades legislativas emanadas del Gobierno Canario y además la perspectiva de la Carta Europea del Paisaje que cambia nuestro modo de ver no sólo los paisajes singulares, sino también los paisajes ordinarios”, asegura. “No sólo no se reduce sino que se incrementa sustancialmente la superficie de paisajes, áreas de interés ambiental, corredores ecológicos, vegas con agricultura tradicional y áreas de interés agrario protegidas desde el nuevo PIOL frente al Plan actualmente vigente”.
¿Cuáles son los principales ejes sobre los que se vertebra el plan?
San Ginés explica que, además del avance en la protección ambiental, el Plan aborda muchas novedades. “Plantea frenar en lo posible la alta dependencia del turismo, o al menos su diversificación, para evitar un agravamiento de las crisis cíclicas y avanzar hacia una mayor sostenibilidad hídrica y energética. Para ello apuesta por una reactivación sostenible de los sectores tradicionales, industria y producción ganadera, desde una perspectiva de un desarrollo sostenible que garantice la calidad de vida de los residentes, control de la presión sobre el medio ambiente y al mismo tiempo preserve el valor de la experiencia turística singular de la isla”, señala.
“Así en el ámbito de la revitalización de las zonas agrarias activas y puesta en valor de las abandonadas, el plan revisa en profundidad la normativa existente para hacer posible explotaciones viables económicamente y sostenibles. Amplía los ámbitos donde es posible la instalación de recursos energéticos renovables y limpios, en muchos casos compatibles con la agricultura”.
Cuando empezó a redactarse la revisión del Plan insular “la idea de cambio sustancial en el modelo turístico parecía lejana y a veces ilusoria. Desde entonces la realidad ha confirmado la apuesta que desde el Plan se hace por una diversificación turística que potencia el turismo cultural, de congresos, gastronómico y muy en especial apoyado en una experiencia respetuosa y culta del paisaje irrepetible de la isla. Se trata de cualificar la oferta y hacerla evolucionar hacia una demanda de valor añadido, renovando y cualificando los núcleos turísticos existentes y apostando por la identificación del valor del paisaje como marca de Lanzarote, distinta de otros destinos de sol y playa”.
¿Supondrá el plan un mayor urbanismo?
El presidente del Cabildo se muestra contundente ante esta pregunta, “el nuevo plan no incrementa ni la superficie de los suelos, ni la capacidad alojativa turística de la isla, por el contrario, la reduce hasta el techo de las 95.050 plazas frente a las 105.089 del Plan de 1991.
Asimismo, es relevante considerar la huella ecológica de la isla. Gran parte de los recursos alimentarios de la isla tienen que importarse del exterior, así como la práctica totalidad de su energía consumida, esto no es un modelo sostenible de ordenación territorial, por más que se contengan los crecimientos turísticos. La protección de los suelos de valor agrícola y ganadero no significa su congelación, sino una regulación que proteja la agricultura frente otros usos urbanos y que permita la viabilidad de unas explotaciones sostenibles y rentables económicamente.
Asimismo, la apuesta por destinar suelos de menor valor en el entorno urbano de Lanzarote Playa Blanca y Costa Teguise a la producción de energía limpia, principalmente fotovoltaica en coherencia con el plan energético de Canarias permitida las inversiones en este sector estratégico para el futuro insular.
Playas artificiales
Desde el Cabildo se aclara que el Plan Insular contempla Unidades Litorales Homogéneas y Planes Territoriales Parciales de Ordenación del Litoral para regular los usos en el mismo y materializar la adaptación al cambio climático y la gestión integrada de las zonas costeras. “A través de estos planes se regularán en detalle los usos del suelo rústico y del medio marino en cuestiones tales como la regulación del acceso litoral, es decir, apartamientos, red viaria, integración paisajística de las instalaciones; infraestructuras admisibles; actividades náuticas, amarres, producción energética; la regeneración, restauración y acondicionamiento de las playas; el control de vertidos aguas residuales y salmuera a y el tratamiento de las fachadas marítimas urbanas. Serán por tanto el marco más adecuado para la regulación de las playas artificiales.
Retos sin respuesta
San Ginés no cree que si el Plan no sale adelante, la isla quede condenada a la parálisis. “Me parece una expresión muy apocalíptica…, ,creo que no supondría nada distinto de lo que ha venido ocurriendo en los últimos 27 años, o al menos en los últimos 17, si tenemos en cuenta que el plan del 91 se concibió para 10, y no creo además que Lanzarote esté paralizada, pero si es verdad que aquel plan no da respuesta a los retos y desafíos que desde hace mucho son distintos al momento en que se concibió”.