Las letras llenas de vida de Ico Toledo

La escritora lanzaroteña refleja en sus obras historias cargadas de realidad, amor y dolor con la isla siempre como escenario de fondo
- Lancelot Digital
Aunque siempre había escrito, desde que era una niña y elaboraba diarios personales, Ico Toledo comenzó a escribir de manera más profesional, como tantos otros grandes escritores, para sobrellevar el dolor, el miedo o la incertidumbre.
Con ocho novelas para adultos y dos para niños en su trayectoria, en tan sólo ocho años, Toledo asegura que hasta hace poco no se consideraba aún una escritora. Sin embargo, lo es. Y lo demuestra en su manera de mirar las cosas y de proyectarlas en su literatura. Cada una de sus historias tiene algo de sí misma o de los suyos, de su realidad, aunque en el transcurso del relato éste se transforme y cobre, de alguna manera, vida propia.
Pero, qué motivo lleva a una persona de ciencias, que trabaja en el ámbito sanitario, a sentarse delante de un ordenador a contar historias. “No es ningún secreto. Lo he contado más de una vez, comencé a escribir novelas cuando a mi hija pequeña le diagnosticaron diabetes tipo 1. A partir de ahí, toda la angustia y el miedo que siente una madre sabiendo cómo le va a cambiar la vida a su hija la volqué en la escritura”, asegura. “En ese momento, alguien me dijo que escribiera cómo me sentía y eso hice”.
Ico habló entonces con el pediatra de su hija para entrar en contacto con los padres de otros niños en esa misma situación. “Quería que mi hija viera que se puede vivir con normalidad con esta enfermedad. Entonces entré en contacto con Pedro, que, en aquel momento, era delegado de la Fundación Diabetes Cero, que es una entidad que está en Ecija y busca la cura de esta enfermedad a través de la investigación. Él me ofreció ser parte de la directiva de la Fundación y yo no quise, pero me ofrecí a escribir algo para ayudar”, cuenta. “Yo nunca había escrito una novela, pero con la ayuda de Félix Hormiga me puse a ello y así nació “Donde estremece el viento”. La novela no trata de la enfermedad, pero sí está relacionada con ella, tanto en el prólogo como en su final. Es una historia que tiene un setenta por ciento de realidad y está muy relacionada con recuerdos familiares. Me gusta decir que es una historia de vida, en la que hablo de mis bisabuelos, de mis abuelos, de cómo era la Calle Real en los años cuarenta... Cuando Pedro la leyó se emocionó, pero claro, yo pensé, se emociona porque vive la misma situación que yo”.
Lo cierto es que no fue solo Pedro. Su entorno la animó a publicar y ella buscó una manera de autopublicar esa primera obra. “Mi padre me sugirió sacar 50 ejemplares para empezar, pero yo quería donar una parte a la Fundación y me parecían pocos, así que me arriesgué y saqué 500 ejemplares de esa primera edición, pensando en que me iba a quedar con la mayoría. La primera sorprendida fui yo al ver cómo se los llevaban”.
Y es que el boca a boca de su propio entorno funcionó a la perfección y esa primera edición de su primer libro se vendió en poco tiempo. “En tres semanas se habían vendido todos. Sacamos una segunda, una tercera y hasta una octava edición, que la he ido corrigiendo porque le veía muchos errores”, bromea, señalando que eso le ha servido para darse cuenta de cómo ha cambiado su manera de escribir en estos años.
Esos 4.000 ejemplares de “Donde estremece el viento” fueron el empujón necesario para una segunda novela. “En esta ocasión, me centré en mi hermana y en la historia de su pareja, cuya familia vivió de cerca la amenaza de ETA. Es una novela que cuenta esa realidad, dulcificada, eso sí, y la sitúa en Lanzarote. “El resurgir de un sueño” es tal vez la más negra de mis novelas y también se vendió muy bien”.
La portada de esa segunda novela muestra el famoso Telamón, barco que forma parte de sus recuerdos de infancia. Como curiosidad es explica que tiene una ilustradora de portadas muy particular. “Las portadas son todas cuadros realizados por mi madre”, cuenta, explicando que a veces ya los tiene hechos antes incluso de que acabe la novela. “Para el próximo ya tengo, no uno, sino dos cuadros… para elegir”.
Para Ico Toledo la comunicación con sus lectores es muy importante. “Me comentan lo que han sentido al leer los libros, me piden que deje juntos a dos personajes o que haga más capítulos de algunas de las novelas. La gente quiere amor y desamor, pasiones que duelan… es verdad que no me gusta meterme de lleno en las novelas románticas. Si es una historia de amor lo que cuento, quiero que sea real, por eso siempre me baso en casos que conozco, si no me han pasado directamente a mí o algún familiar, a alguna amiga o gente cercana. Me gusta que sean historias creíbles”.
Algunos lectores van incluso más allá. “Estoy enamorada de ese personaje, tan moreno y tan guapo…., me dicen, y yo pienso, pero si yo no digo que sea moreno, pero me encanta que el lector se lo haya imaginado así”.
Además, “todas tienen un lugar de aquí, aunque procuro que no sea muy turístico como la Casa del Agua de Famara o el Hotel abandonado de Los Charcones… siempre voy al lugar sobre el que escribo y hablo con los cronistas de los pueblos que me cuentan historias de las localizaciones”, explica.
‘Lunes de luna’, ‘Momento de parar’, ‘Dame alas’, ‘Bajo el olvido’ o la última ‘Todavía quedan islas con playas color azafrán’, los paisajes y rincones de la isla reviven en todos sus títulos, acogiendo historias que tal vez sucedieron o, al menos, en parte. “Hasta mi sexta novela no me empecé a sentir escritora”, dice entre risas. Confiesa que no es metódica, algo que resulta complicado de creer si se tiene en cuenta que, en ocho años, trabajando y con dos hijos, ha realizado diez novelas. “Hay noches que no duermo mucho y es entonces cuando aprovecho para avanzar. En realidad, lo que menos me cuesta es escribir, lo más complicado es montar la historia”.
Para todos sus lectores una pista, su próxima novela se ambientará en Uga. “Me cuesta menos escribir del norte porque es donde me críe, pero me encanta el sur de la isla también. Creo que esa novela va a ser ‘la novela’. Espero que guste”.