Las ONGs de la isla, desbordadas por la crisi
Más necesidades, menos subvenciones
Lancelot Digital
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La sociedad lanzaroteña es en la actualidad mucho más pobre que hace cinco años. El esplendor del que gozaba la isla que incitaba a que muchos se instalaran aquí ha terminado. Probablemente la tasa de paro de Lanzarote se ha situado, proporcionalmente, entre una de las tres mayores de Europa. Esa elevada tasa de desempleo sumada a la crisis económica ha llevado a muchas familias a vivir de la caridad o acudir a Servicios Sociales y ONGs. Ante esto, las organizaciones no gubernamentales, que ya prestaban un importante servicio social, han tenido que multiplicarse en los últimos tiempos para llegar donde no llegan los organismo públicos y poder atender con cierta dignidad y eficiencia a las personas más necesitadas.
Este es el caso de Cáritas, en cuyo comedor se alimentan 50 personas cada día y en cuya casa acoge a otras 16, además de prestar ayuda sicológica. “Desde el año 2008 nos vimos obligados a reducir nuestra plantilla porque las instituciones públicas no llegaban y nos vimos obligados a reestructurarnos y a partir de ese momento nos pusimos en marcha, tanto voluntariado como el personal que teníamos, y redoblamos nuestros esfuerzos”, señala Eduardo Barreto, presidente de Cáritas.
Uno de los problemas del momento actual es precisamente que quienes ayudan necesitan también ayuda y se acaba cayendo en un círculo vicioso de difícil salida. En este sentido, Rafael Hernández, presidente de Cruz Roja, asegura que “la crisis económica que vive el país ha multiplicado la crisis de Cruz Roja, ya que lo que ha ocurrido es que la gente con problemas económicos, que cada vez es más, acuda a nosotros, que cada vez tenemos menos subvenciones y menos posibilidades de ayudar. Estamos pasándolo mal, buscando y rascando hasta el último euro para poder llegar a los más necesitados”.
En estos tiempos de recursos escasos, las ONGs se nutren de voluntarios y este es también el caso de Cruz Roja, donde tienen claro que sin el desinterés de esas personas, no serían nada. “Como cada vez recibimos menos subvenciones de los organismos públicos, el voluntariado tiene un protagonismo cada vez mayor para poder elaborar los trabajos que realizamos”, señala Hernández.
Por su parte, Barreto tiene claro dónde buscar los responsables reales de esta situación de crisis generalizada. “Si el uno por ciento quiere quedarse con todo, el 99 por ciento restante tendrá que aguantar las consecuencias. Y estas consecuencias son el aumento del paro, la disminución del poder adquisitivo, el desamparo de un número cada vez mayor de personas y menos recursos sanitarios, entre otras muchas cosas”.
Otra ONG fundamental en la isla es Calor y Café, que desde hace años lleva instalada en la isla ayudando a aquellas personas que no tienen nada que llevarse a la boca. En la actualidad dan de comer a 70 personas cada día y reparten alimentos cada quince días entre otras 70 familias, la mayoría con niños pequeños.
La mayor angustia de esta organización es vivir la angustia de otros. Así lo asegura su máxima responsable, sor Ana, quien recomienda a los ciudadanos que establezcan sus prioridades. “Hay una falta de educación enorme en nuestra sociedad. Vivimos sin conocer los problemas de nuestros vecinos y aunque tengan, como no les sobra, vienen a pedir lo que se da gratis”, señala sor Ana, molesta con la gente que gasta dinero en cosas absurdas, que no necesitan para vivir, y luego pide para comer. “La gente no sabe establecer prioridades”.
La responsable de Calor y Café asegura que la mayoría de la gente que recurre a ellos son hombres de entre 30 y 60 años, y señala que, desde que se desató la crisis, no les ha quedado más remedio que “organizarse mejor”.
Sor Ana pide a la población que, ahora más que nunca, sea el “sentido común” el que prevalezca en las actuaciones. “Hemos vivido muy bien y ahora nos toca vivir apretados y no es fácil, porque la gente no sabe renunciar a cosas innecesarias. A mucha gente le va a costar trabajo salir de esta situación, porque la pobreza muchas veces no está en no tener un euro, sino en no poseer el suficiente sentido común como para organizar su vida”.
En lo que sí coinciden la mayoría de las ONGs consultadas es en que la sociedad lanzaroteño es solidaria y se pueden enumerar muchos establecimientos hoteleros y negocios alimenticios que donan comida diariamente. A ellos se suman cientos de personas anónimas que también lo hacen, con el único fin de hacer más llevadera la vida de aquellas personas que en la actualidad viven en la precariedad más absoluta por culpa de una crisis que lo golpea todo y, como suele ocurrir, de forma más dura al débil que al fuerte.