Domingo, 14 Diciembre 2025
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Mejorar la calidad de vida de las familias de niños y adolescentes con discapacidad o con riesgo de padecerla, así como formar a los profesionales que intervienen en diferentes ambientes con la discapacidad. Ese es el objetivo del “Seminario práctico en agua y tierra”, que se celebra desde el pasado 3 y hasta el próximo 25 de junio en las instalaciones de Adislan, y será impartido por un grupo de profesionales de la Asociación Apnea de Alicante representados por Joan Farran.

Por: M.A.C. /
Fotos: Kepa Herrero

Adislan ha dado un paso más en su apuesta por mejorar la calidad de vida de los afectados por alguna discapacidad y sus familiares, y en esta ocasión lo ha hecho poniendo en marcha el “Seminario práctico en agua y tierra”, Farran, entrenador superior de natación especialista en natación terapéutica, coordina este seminario esencialmente práctico y los niños y sus familias serán los principales protagonistas. Junto a él han viajado el fisioterapeuta Pere Carbonell, la monitora de natación especialista en natación terapéutica Paloma López y la enfermera Mari Carmen Muñoz.
Al seminario acuden, además de los familiares y los profesionales de Adislan y del Centro de Educación Especial Nuestra Señora de Los Volcanes, profesionales de centros insulares de educación, preferentemente motóricos, centro aula en clave de infantil y Primaria y del Centro Volcano.
El trabajo fundamental de este equipo en enseñar su método a profesionales y familiares para que sean ellos los que después lo apliquen a diario. “Utilizamos el método OSSO, Orientación Sicosensoriomotriz Óptima en Familia que trata de orientar precisamente a las familias en todas aquellas habilidades necesarias para la convivencia en el hogar, es decir en aquellos espacios en los que los niños no reciben atención especializada”, explica Farran. “Cuando no están en sus colegios o en sus centros especializados, los niños continúan teniendo las mismas necesidades y, por tanto, las familias necesitan saber cubrir esas necesidades”.
Para este experto toda la infraestructura que se ha ido creando, incluida la Ley de Dependencia, supone una bendición para los afectados, pero “sigue existiendo un gran vacío en la vida cotidiana doméstica y ése es el espacio que yo, en su día, adquirí el compromiso de llenar a través de los conocimientos que he ido adquiriendo a lo largo de mis 76 años”.
Farran explica el funcionamiento del método. “Lo primero que buscamos es potencial al máximo los reflejos de defensión, el abrazo, el agarrarse a algo con las dos manos… son los reflejos de seguridad, y los utilizamos para integrar al niño en las habilidades de buceo y las apneas”, señala. “Al entrar y salir del agua, por efecto de la descompresión, se regenera el sistema capilar, y esa es una de las razones por las que nos sentimos tan relajados al salir del agua”.
El agua es mil veces más densa que el aire, y “el hecho de meternos dentro del agua genera una presión que produce una limpieza de las células muertas y una regeneración del sistema capilar”, explica. “También hacemos talleres de barro porque el barro es aún más denso que el agua y más eficaz aún es la regeneración que buscamos”. “El mismo proceso de compresión y descompresión se produce con la aplicación de frío y calor”, señala. “Son diferentes método para obtener un mismo resultado. Nuestro cuerpo es una antena receptora y todos los estímulos que recibimos se somatizan a través de nuestro cuerpo físico, a partir de ahí se regula mejor la percepción de los sentidos. Si estamos en un elemento que el niño puede tocar, como el agua o el barro, mediante la acción del tacto se consigue una secuencia de la percepción de los sentidos”, y añade. “Los niños necesitan tocar para entender. Por eso nosotros hablamos de un método integral porque trabajamos con los cuatro elementos”.

Aprender a comer

Uno de los aspectos que también se resaltan en este seminario es el de “los efectos de la nutrición en los niños con lesión cerebral”. Farrán explica que lo primero que se hace es adaptar las sillas ortopédicas, si es que las tienen, y desestructurar el cuerpo de los niños. “El primer paso es desestructurar la espalda y ponerla recta, 90 grados a la cadera, 90º a la rodilla y 90º al tobillo porque nuestro sistema oculovesticular se activa y recupera su equilibrio, en base a estos tres ángulos de 90 grados”, señala. “La manera de hacer que coman es conseguir que estén verticales que la cabeza esté en su eje y, a partir de ahí, la boca recupera su espacio, la mandíbula no se retrae hacia atrás, y a partir de ahí, son capaces de masticar e incluso tragar sólidos”, señala. “De esta manera, no sólo pueden alimentarse sino que pueden sentir placer comiendo ya que no tienen la mirada perdida, sino que recuperan la capacidad de mirar al frente”.
Para el educador la felicidad está en las pequeñas cosas y en los pequeños logros del día a día que comparten padres e hijos.
Y es que los buenos resultados del método no sólo los comprueban los niños, también sus progenitores. “Muchos padres llegan a nosotros con la espalda destrozada, sobre todo por coger mal a sus hijos, en el momento en que aprenden a hacerlo bien, enseguida se dan cuenta de que pesan menos”, afirma, señalando que, además, como los niños están estructurados pueden activar sus reflejos extensores y agarrarse al cuello de sus padres. “Lógicamente, de esta manera pesan menos”.
Joan Farran define como “la pregunta del millón” el determinar qué malos hábitos son los que, con más frecuencia, cometen los padres y familiares por desconocimiento. “Es difícil decirlo. No hay nada que se haga mal, ya que cada terapeuta aplica los conocimientos que tiene, con la mejor intención, aunque es cierto que lo verdaderamente complicado es hacerlo todo bien”, señala. “En mi opinión, la mayor dificultad no está en tratar el cuerpo físico sino el mental, es decir la conducta. Los estereotipos adquiridos por el entorno en que se desarrolla el niño. Todo el mundo quiere al niño, pero aceptar la situación de una discapacidad no es tan sencillo”, afirma. “Muchas veces los niños están desbordados por un exceso de protección afectiva que no siempre pueden procesar adecuadamente”, señala Farran. “Estos niños crecen un mundo de algodón y tienen que realizar constantemente un sobreesfuerzo para adaptarse a la realidad y regular esas tensiones emocionales. En estos niños, prevalece la respiración paradójica y cuando hay una tensión emocional tienen una mayor dificultad para regular esa tensión”.


PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
×