Las playas de Lanzarote, una visión sin igual
¿Qué sería Lanzarote si no fuera por sus playas?
- Lancelot Digital
Arena fina y dorada sembrada de sombrillas multicolor, cuerpos tirados a la merced del sol, ojos que contemplan alelados el eterno horizonte azul y olas que saludan acariciando las puntas de los dedos.
¿Qué sería Lanzarote si no fuera por sus playas?
Joyas como Famara, 6 km coronados por un risco de casi 700 m de altitud, con vistas del archipiélago Chinijo y olas para quienes se atrevan a bailarlas en sus tablas de surf, kitesurf o windsurf.
Hablamos también de Papagayo, de aguas cristalinas ideales para el snorkel y para leer ante los mejores atardeceres, unas playas abarrotadas tanto por turistas como por locales que aprovechan para pasar el día, e incluso la noche, acunados por los suspiros del mar.
No nos olvidemos tampoco de Las Cucharas, una de las únicas playas que ondean la bandera azul símbolo de calidad, o del bullicio alegre de voces extranjeras mezclado con el ronroneo de motos de agua en Playa Grande y las curiosas inmersiones en Playa Chica, y tampoco de Caletón Blanco, un paisaje de arena blanca salpicada de aguas turquesas y malpaís negro como el carbón.
Lanzarote cuenta con 169 km de costas mecidas por los vientos alisios, entre ellas playas, pero también calas y charcones. De entre todo, las playas son, junto a la gente, lo que nos hace tan especiales. Cuidémoslas como se merecen.