Domingo, 14 Diciembre 2025
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Conocemos la otra cara del alcalde de Haría, su lado más humano y nos habla de sus recuerdos, sus experiencias más importantes y sus gustos actuales

               

  • Lancelot Digital
  • Jesús Betancort
 

 

 

-¿Cuál es tu primer recuerdo de infancia?

-Mi primer recuerdo es ir a guindar agua con mi abuelo Filiberto, en la casa familiar de Haría. En aquella, que no había agua corriente, era habitual sacar agua del aljibe. Es uno de los primeros recuerdos que tengo, acompañar a mi abuelo en sus tareas diarias, con los animales…

 

-¿Tienes hermanos?

-Tengo dos hermanos, soy el segundo de una familia de tres hermanos.

 

-¿Pasabas el verano en la isla o salías fuera?

-Cuando llegaba el verano, al acabar las fiestas de San Juan, empezábamos la temporada de verano: cogíamos las cosas y a los animales (las dos cabras y las gallinas), lo metíamos todo en el coche y toda la familia, nos íbamos a una pequeña casita que teníamos en Punta Mujeres, con un corralito para los animales, y allí estábamos hasta septiembre, haciendo la misma vida que hacíamos en Haría. Podíamos hacerlo porque en verano disminuía la actividad agrícola y el trabajo de mi padre en la herrería, mi padre era el herrero del pueblo.

 

-Siempre he querido preguntar esto… ¿en casa del herrero… cuchara de palo?

-(risas) Pues sí, era frecuente. Cuando se me rompía la bicicleta, por ejemplo, tenía que buscar quién me la podía arreglar porque mi padre siempre estaba trabajando.

 

-Tendrás recuerdos bonitos de esos veranos en Punta Mujeres…

-Sí, sí los tengo. En esos veranos pasábamos mucho tiempo con amigos y era una época en que no había luz eléctrica en Punta Mujeres y nuestra vida nocturna era con velas y linternas… pero la verdad es que tampoco la echábamos de menos… eran veranos muy divertidos, pasábamos largas horas en las piscinas naturales… lo recuerdo como un tiempo muy feliz.

 

-¿Cuál era tu comida favorita de pequeño? ¿Y qué plato no te gustaba nada?

-Odiaba, como muchos niños, los potajes, sobre todo el de lentejas, que ahora me encantan. Los odiaba y, cuando tenían mucha zanahoria, más… mi madre me lo hacía puré para que lo comiera. Y me encantaban las ensaladillas rusas.

 

-¿Eras buen estudiante?

-Tuve dos etapas, la del colegio y el instituto, en que fui un estudiante normal, iba pasando cursos bien pero sin destacar mucho y la universitaria. Cuando me iba a marchar a Tenerife mi padre me cogió aparte y me dijo que tenía que tomármelo muy serio y que consiguiera una beca, como mi hermano, porque con su trabajo, no iba a poder pagarnos a los dos los estudios. Y a partir de ese momento, comencé a ser muy responsable. En la Universidad me lo tomé muy en serio y, dio la casualidad de que lo que elegí me gustaba mucho. El primer año saqué unas notas excelentes, obtuve la beca, y, año tras año, procuré mantener el mismo nivel de exigencia. Fruto de ese esfuerzo y ese trabajo vinieron algunos reconocimientos como el de ser elegido primero de mi promoción en Canarias y tercero a nivel nacional. Y, sobre todo, me abrió la puerta a la investigación. Yo estuve tres años investigando en el área de Psicología Evolutiva y fue una etapa apasionante, en la que tuve oportunidad de viajar al extranjero en  varias ocasiones…

 

-¿Por qué psicología?

-Creo que me influyó mucho una profesora que tuve de filosofía que me hizo cogerle el gusto a la reflexión y a pensar sobre las cosas que ocurrían. También me atraía la faceta asistencial, el poder ayudar a la gente a solucionar problemas. Es una decisión de la que no me arrepiento nada.

 

-¿Qué recuerdos tienes de tu época universitaria?

-Sí. Los de Lanzarote nos reuníamos mucho allí, era como un símbolo de identidad en Tenerife, recuerdo fiestas, salidas… aunque es verdad que también tengo muchos recuerdo de la biblioteca porque me pasé allí muchas horas. La madurez que adquieres cuando sales de tu casa a los 17 años para afrontar una vida autónoma, me hizo crecer mucho y formarme.

 

-¿Qué te arrepientes de no haber hecho?

-Pocas cosas. Quizá el no haberle dedicado más tiempo al deporte. El trabajo y mi actividad política me han robado tiempo para esta faceta, aunque siempre estamos a tiempo.

 

-Piensas que el primer amor no se olvida…

-No se olvida. Yo soy muy romántico y creo que las primeras experiencias son inolvidables.

 

-¿Eras de los que ligaban o te dejabas ligar?

-Me ligaban… yo soy muy tímido y reservado, y la mayoría de las veces, ni me enteraba. Esa psicología que debía haber aplicado en mí mismo… pues no la aplicaba. Aquí también de cumple el dicho de “En casa del herrero…”.

 

-¿Te apañas en la cocina o cocinas para sobrevivir?

-Me cocinan, la verdad. Cuando estudiaba yo era el que hacía los potajes y, más o menos, me apañaba, pero desde hace muchos años no cocino nada, alguna cosa esporádica, pero, vamos, no soy precisamente un chef. Soy buen comensal, eso sí, pero tengo la suerte de que me cocinan.

 

-Un vino…

-El vino más tradicional de Haría es el rosado, es un vino de la zona en el que se mezclan todas las uvas procedentes de Ye, y es muy rico. Cuando lo veo me recuerda a cuando recogíamos la uva y hacíamos el vino artesanal. Ahora se está revalorizando por su singularidad y yo, debo reconocer, que a mí me gusta mucho.

 

-Tu plato favorito… ¿sigue siendo la ensaladilla rusa?

-Me ha ido cambiando algo el gusto y ahora aprecio un compuesto de arvejas con papas y carne o el potaje de arvejas de temporada, al que se le pone gofio también para que adquiera su máximo esplendor.

 

-Proyecto pendiente…

-Pues, quizá, terminar la tesis doctoral que nunca llegué a terminar porque me salió oportunidad de volver a Lanzarote y trabajar, y lo hice. Luego nunca volví a tener tiempo para hacerlo.

-Una juerga de las memorables…

-Los carnavales de Tenerife en la época universitaria. Eso era un disparate. Estudiar era imposible porque se te llenaba la casa de lanzaroteños que no te venían a ver en todo el año, pero en carnaval se te plantaban en casa y eran tres días de no parar en casa.

 

-¿Con qué compañero que no sea de tu partido te irías de fiesta?

-Yo no tengo mucho problema, no tengo roces con nadie. Me iría con mucha gente… con Manolo Cabrera del PIL, por ejemplo; con Marcos Bergaz del Psoe, también me iría; con Alexis Tejera, con Pancho Hernández, con Astrid Pérez, con Gladis Acuña… en realidad sería al revés, todo aquel que quiera salir a tomar algo conmigo, es bienvenido.

 

-¿Qué harías si pudieras volver atrás y cambiar una sola cosa de tu vida?

-Me hubiera gustado ser más atrevido, más lanzado, no ser tan tímido… me costó mucho superar ciertos medios escénicos, el exponerme a los demás… me hubiera gustado superar todo eso antes.

 

-Si pudieras elegir haber nacido con una habilidad concreta, ¿con cuál te hubiera gustado contar?

-Escribir. Me hubiera encantado saber expresarme por escrito, contar historias que emocionen, que le lleguen a la gente, despertar las emociones con una buena historia. Si pudiera elegir me gustaría mucho saber relatar buenas historias.

 

Libros, películas, música, viajes…

 

-¿Qué libro te ha marcado y qué autor destacarías?

-Me cautivó Saramago y, sobre todo, su ‘Ensayo sobre la ceguera’, me parece una obra de arte ese libro.

 

-¿Eres lector habitual?

-Desde que estoy en política, no tanto. Antes leía muchos libros, sobre todo ensayos históricos.

 

-Una película especial, y ¿por qué lo es?

-No soy muy cinéfilo, pero si tengo que destacar alguna te diría ‘Mararía’ y ‘Guarapo’, por el carácter de identidad canaria que se desprende de ellas, por los paisajes, la fotografía, por la música…

 

-Una canción, cantante o grupo.

-Te diría que ‘Taburiente’, ‘Taller canario’ y Pedro Guerra que me marcó mucho en mi adolescencia y toda mi juventud. Luego, más adelante, también la música sudamericana de Silvio Rodríguez, por ejemplo.

 

-Un viaje único que no puedes olvidar.

-Un viaje que hice a Brasil en el año 1997 y que fue el primer viaje largo que hacía a un país diferente, y lo recuerdo con mucho cariño, por los contrastes, por la alegría de la gente que menos tenía, por la manera de ser de los brasileños, sobre todo en una zona que llaman ‘El Peludiño’ que tiene una gran influencia africana y hay unos grandes contrastes.

  

Y si pudieras elegir un deseo, ¿qué pedirías?

-Me gustaría que se recuperaran ciertos valores, una cierta humanidad que hemos ido perdiendo, la solidaridad, el tratarnos unos a otros como personas. Creo que se ha perdido mucho.

 

-¿Y para Lanzarote?

-Una mayor identidad conejera, un mayor sentimiento de pueblo y comunidad que hemos perdido. Me gustaría que no perdiéramos, que recuperáramos esa esencia conejera que siempre nos ha caracterizado.

 


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