Nieves Betancort, demasiado Corazón

Esta lanzaroteña pertenece a esa generación de mujeres valientes que jamás tiran la toalla
- Concha de Ganzo
- Laura González
Con una memoria prodigiosa y la risa constante, Nieves Betancort cuenta sus hazañas. Es de esas personas con la que puedes quedar toda la tarde y más, hablando de la vida, de la buena y la mala. Y de las penas. A ella la vida no le ha dado tregua, pero ahí sigue, sin tirar la toalla. Apostando fuerte por seguir con lo que le gusta: desde jugar a la baraja o trabajar en el cine.
Nieves Betancort se quedó viuda muy pronto y sola tuvo que sacar adelante a sus nueve hijos. Nieves es de Haría, un lugar maravilloso, rodeado de palmeras, de casas blancas y de tantas historias por contar. Ella que tuvo que trabajar tan pronto que apenas tenía fuerza suficiente para arrancar las matas que le decía su padre. Cuidó cabras, ayudó a su madre y entonces en aquellos años ruines no pudo ir a la escuela todo lo que le hubiera gustado. Pero Nieves forma parte de esa generación de mujeres fuertes, valerosas, capaces de lanzarse contra muros y derribarlos. Para sacer adelante a su familia fue necesario realizar varios empleos, por la mañana dejaba la comida preparada y después se iba a los apartamentos de don Rogelio. Terminaba sobre las 12 y regresaba a su casa, a poner el almuerzo a los chicos. Por la tarde tenía que limpiar en otras viviendas, y así en un esfuerzo titánico, sin quejarse, logró sacar adelante a todos.

A los 45 años se empeñó en sacar el carné de conducir y lo logró. Era la única forma que tenía de ayudar a sus hijos. Recuerda que los mayores se dedicaron un tiempo a arreglar electrodomésticos. Como ellos no tenían edad suficiente para llevar un coche, ella les hacía de chófer. Los llevaba hasta la casa del cliente, esperaba fuera a que terminaran el trabajo y los traía de vuelta.
Nieves también aprovechó que una de sus hijas tuvo que recibir clases de recuperación para pedirle a esa profesora que le pusiera a ella tarea, y poco a poco, con una energía vital desconocida se sacó el graduado escolar.
Esta mujer afable, divertida y con una capacidad de reinventarse absolutamente incuestionable no ha dejado de luchar jamás. Nieves ha tenido que superar muchos golpes en su vida, de esos que duelen tanto, que no se olvidan.
Pero un día de esos, en los que el dolor por fin parece que encontró acomodo en su corazón, y decidió quedarse agazapado, medio dormido, y sobre todo dejó de seguir golpeando, Nieves decidió que había llegado el momento de apartar los sinsabores, y seguir con su vida. Tal vez por eso con 88 años no para. Tanto participa en actuaciones de la tercera edad, canta y se disfraza cómo actúa en cortometrajes y en películas.
Precisamente uno de los documentales con más éxito fue el que dirigió su hijo Ismael Curbelo, y en el que ella es la principal protagonista: Las Esperas. En realidad casi es un monólogo en el que su personaje, una abuela, cuenta a su nieta los secretos de la felicidad. Delante de la tumba de su marido, en el cementerio de Haría, ella explica que “desde pequeño tratan de convencernos de que después, siempre después, la vida será mejor”. El personaje de Nieves explica que la felicidad no llega con el mundo soñado, con esas esperas, sino con la vida que se vive en cada instante. Por eso, olvidó las penas, y hace ya tiempo que apostó por alegrarse de los triunfos de sus hijos, de sus nietos y cada vez que puede se entretiene con sus cosas, con todo eso que le gusta hacer. Y que se niega a renunciar.