Pancho Lasso y César Manrique: la conexión de dos artistas
La historiadora Arminda Arteta ahonda en la vida de ambos creadores, muy vinculados por su pasión por la isla
- Lancelot Digital
La historiadora del arte, Arminda Arteta, disertó ayer en la entrevista del día sobre la importante figura, a veces no valorada en su justa medida, del escultor lanzaroteño Pancho, Lasso quien despuntaría por su creatividad en una Lanzarote de inicios de siglo 20 donde la economía era pura supervivencia.
“Fue peluquero antes de ser escultor, para poder sobrevivir, y es tan bueno que ingresa en la Escuela de Artes y Oficios, que estaba recién creada, y al poco tiempo llega a ser incluso profesor porque el profesorado de entonces no estaba muy preparado y se le dio la oportunidad, pero al conseguir la beca se va a Madrid”, explica Arteta. “Era un chico muy introvertido, una de las características de su carácter por la que, tal vez, ha pasado más desapercibido”,
Explica la historiadora que era una persona totalmente comprometida con su oficio. “Él siempre creyó en la función social del artista, pero era muy reacio a la exhibición pública”, señala. “A los dos o tres años de llegar a Madrid, su obra adquiere una modernidad asombrosa. Va mucho con Alberto Sánchez, apodado el panadero, los dos con ideales marxistas, y crean, junto con otros artistas, la Escuela de Vallecas”
Arteta va más allá en sus investigaciones y da una pista de la influencia que tuvo en la obra de César Manrique la figura de Pancho Lasso. “Cuando regresa de Madrid, después de la guerra, en el año 1939, al año siguiente, conoce a Manrique. César aún no había viajado a Madrid a convertirse en artista y su familia, por supuesto, no querían que estudiase arte sino arquitectura, pero se encuentra con ese joven con unas inquietudes increíbles. Tenemos que imaginar la suerte que pudo ser, por aquel entonces, para Manrique encontrarse con Pancho Lasso que ya conocía toda la vanguardia no sólo española, sino europea, que le sabe transmitir toda una serie de ideas distintas y de primera mano. La clave es que, además, le transmite la fascinación por el paisaje de Lanzarote”.
Arteta no duda al decir que existen muy pocos artistas que vinculan tanto su arte a su lugar de nacimiento. “El gran valor de Manrique es que involucró en ofrecer su arte al servicio de un pueblo y en mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales de una isla. Creo que hay pocos casos en el mundo de esa implicación tan fuerte de un artista con su lugar de nacimiento”.
Arminda Arteta es experta además, en el patrimonio tanto cultural como urbanístico y artístico de Lanzarote y sus últimos trabajos de investigación se están convirtiendo en todo un descubrimiento.