Pasado y presente de la Calle Real

Realizamos un viaje en el tiempo a días pasados de la capital de la isla. Reportaje publicado en el Lancelot de mayo
- Lancelot Digital
- Jesús Betancort
A principios de siglo XX en la Calle León y Castillo, más conocida como Calle Real de Arrecife, el edificio más alto tenía dos plantas, aunque la mayoría era de una única altura. Muchas de las casas eran de particulares que se fueron reconvirtiendo en comercios, bancos, cafeterías o bares. Nada tiene que ver la imagen que un espectador observaría en esa época si la contemplara desde el Puente de las Bolas a la que vería hoy en día. Décadas de políticas de Patrimonio equívocas o ineficaces han dado como resultado un centro urbano en el que apenas queda nada por conservar. Se trataba de una calle de casas bajas, de la que no queda prácticamente nada y lo que permanece, lo hace en unas condiciones pésimas.
El recorrido de nuestro imaginario paseante entre dos épocas se iniciaría en el número 1 de la vía, dónde ahora se ubica La Caixa, y anteriormente Bankia, y donde antaño estuvo el bar La Marina y una tienda de muebles de la familia Guadalupe. A lo largo de los años hubo otros establecimientos, como un bar llamado El Parral, y dando a la avenida, una peluquería. El edificio era de una única planta y en su interior llegó a ver una tienda de regalos denominada Fayna de la familia Fajardo. Hacia los años 80 se tiró el inmueble y se construyó la Caja Insular de Ahorros, posteriormente Bankia y finalmente La Caixa. Justo enfrente, en el edificio en que ahora está Benetton, había oficinas de la Caja Insular de Ahorros y la sala Cicca. Al lado, en el número 4 de la Calle León y Castillo se ubicaba la casa con balconada de Don Segundo Perdomo, y allí se ubicó el bar Janubio, muy conocido porque actuaba una vocalista y, a la salida de misa de doce, los arrecifeños iban a tomar un vermut. Posteriormente cerró y se ubicó allí la primera oficina de Explosivos Río Tinto, cuando vinieron a urbanizar Costa Teguise, el primer salón de recreativos relevantes de la isla y el bazar internacional de la familia Becerra.
Un poco más allá, en la esquina de lo que ahora es el bazar Sam, en el número 3 de la calle, estaba la oficina de Telefónica, que acabó quemándose, y posteriormente se ubicó allí un comercio muy conocido en la época ‘Cruz Gómez’, donde vendían maletas, neveras y un poco de todo. En el número 5, donde ahora está la Banca March, se ubicaba la cafetería Brasilia, que era del mismo propietario que Janubio, don Pepe Reyes, y que era muy conocido por los buenos churros que hacía. El Cabildo viejo era en aquel entonces el Cabildo en funcionamiento y se mantiene tal y como era. En el número 7, que es donde se ubicó hace unos años la pastelería Valery, estuvo la primera oficina del Banco Bilbao, en un edificio perteneciente a la familia Negrín, y en el número 8, donde ahora se ubica el BBVA, había una zapatería llamada Reija. Todos eran edificios de una planta o dos, como mucho, hasta que en los 70 se tiró todo. Ya entonces la política de Patrimonio era deficiente.
Sigue la ruta del viajero en el tiempo y llega al número 9 donde se ubicaba el salón rosa, la óptica Pérez Navarro y la Relojería Armas. En frente, en el número 10, la actual cafetería San Francisco, que pertenecía a la familia Sastre, estuvo la biblioteca pública católica y la Agencia de Viajes Solymar. En la número 11 estuvo Tomas Panasco y, antes varios comercios y unos futbolines, aunque la planta baja siempre fue vivienda. En el número 12 donde estuvo la bodega de Don Carlos Díaz, y posteriormente el Banco de las Islas Canarias y el Banco Vizcaya. En el número 14, donde actualmente se sitúa El Mercadillo, estuvo situada la Sociedad Democracia y la Oficia del Registro de la Propiedad.
El número 15, actualmente Caixa Bank, era la casa de la familia Pereyra, y alquilaron el inmueble a un hindú, uno de los primeros bazares, y una platería. El número 16, pertenecía a la familia Miranda, y ahí estuco la Autoescuela de Retana, y hubo también una tienda de regalos y una tienda de lanas. El siguiente inmueble, el centro comercial, pertenecía a la familia Villalobos y era una vivienda de una sola planta, una casa particular. El número 17 era otro domicilio, de la familia Bello, y allí estuvo ubicado el comercio de Grifé y Escoda, de decoración. En el número 20 estaba la ferretería de Leonardo Armas, también muy conocida. Donde ahora se ubica Douglas estaba la tienda de Don José Prats, de telas y zapatos, pero la casa era de la familia Otamendi, y posteriormente la compró don Manuel González. La número 22, donde ahora está el Santander, ubicó en su día la Oficina de la Naviera Armas, también de una planta. Y en la 24, estaba el Palacio de los Juguetes.
El único inmueble de toda la Calle Real que nació como comercio, realmente fue Arencibia que, con anterioridad fue de Rafael Cabrera Martinón y hermanos, y era una tienda en la que se vendía un poco de todo. Enfrente estaba un almacén de ellos mismos. Avanzando aparecen los locales ya vacíos de Zara, allí estuvieron ubicados los Almacenes El Barato y, con anterioridad, una tienda de Don Francisco Delgado, que era una tienda de tejidos que luego compró Becerra. Ferrer ya era de la familia Ferrer y junto a ese inmueble estaba la tienda de Juan Alberto Morales, también de Tejidos. En el 29, donde ahora está Bankinter, estaba la tienda de los Morales y las Afortunadas, una tienda de materiales de construcción. En el 33 estaba la casa de Don José Molina Orosa, que ahora es un local en construcción.
En el Cine Atlántida de la familia Spínola estuvo anteriormente otro cine de la familia Sáenz, conocido como el cine de Don Paco, y un taller de reparación de coches. Enfrente, el edificio de Tamaragua, que era de doña Bienvenida de Páiz y en la esquina el Hotel Don Claudio, y posteriormente una tienda de ropa que se llamaba La Americana. Otros lugares que aparecen y desaparecen ante los ojos del paseante son los Helados La Salud, un almacén de reparación de ruedas, una tienda de máquinas Singer, la pensión Alespa o la farmacia Tenorio. Y en lo que ahora es el Charco estuvo el parque móvil del Cabildo.
La Calle Real de antaño no existe. No queda nada prácticamente, solo el recuerdo romántico de lo que pudo ser y no fue porque no supimos conservarlo.