Sánchez llega y se da un "baño" en la cala de Las Maretas
El presidente busca recargar energías en Lanzarote antes de un otoño políticamente agitado
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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se encuentra desde el pasado sábado disfrutando de sus vacaciones estivales en la Residencia Oficial de Las Maretas, en Costa Teguise. Acompañado por su esposa, Begoña Gómez, y sus hijas, Ainhoa (20) y Carlota (18), el jefe del Ejecutivo ha elegido una vez más Lanzarote como refugio para desconectar.
Un amplio dispositivo de seguridad, compuesto por más de 30 agentes de la Guardia Civil desplazados expresamente a la isla, vela por su protección junto al equipo de seguridad presidencial. En principio, la estancia se prolongará hasta el 23 de agosto, aunque fuentes cercanas no descartan que el presidente extienda su visita hasta el día 25, coincidiendo con el día grande de San Ginés, patrón de Arrecife.
Durante el fin de semana, Sánchez optó por el descanso en la intimidad de La Mareta, aunque varios testigos aseguran haberlo visto darse algún chapuzón en la cala privada a la que se accede desde la escalinata de la residencia.
Como en años anteriores, se espera que combine el descanso con actividades al aire libre, como paseos en bicicleta —acompañado por el diputado lanzaroteño Marcos Hernández— y caminatas por senderos cercanos al Volcán del Cuervo, en la zona de Tiguatón. Tampoco se descarta alguna salida en barco a lo largo de los próximos días.
Por seguridad, una patrullera de la Guardia Civil controla los alrededores marítimos de la residencia, evitando la aproximación de curiosos o fotógrafos.
En su agenda, además de encuentros informales, se prevé una reunión con el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo. También se baraja un encuentro con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, ya instalado en su residencia en Famara, y con el president de la Generalitat, cuya visita a la isla estaba igualmente prevista.
Pedro Sánchez busca en Lanzarote algo más que sol y mar: recargar energías de cara a un otoño marcado por retos políticos de calado, como la negociación de la financiación autonómica, la aprobación de los nuevos Presupuestos Generales del Estado y las consecuencias de los recientes escándalos de corrupción que han salpicado al PSOE y al Ejecutivo.
