Santillana del Mar, historia, arte y naturaleza

La bella villa cántabra ofrece al viajero una visita cultural que no olvidará, pero también gastronomía, hospitalidad y parajes con un ecosistema único
- Lancelot Digital
Llega enero y desde viajes Timanfaya (www.viajestimanfaya.com) les queremos proponer una visita al norte de España, concretamente a una localidad ubicada de Cantabria, que se ha definido, en más de una ocasión, como uno de los pueblos más bellos de España. Opiniones al margen, de lo que no cabe duda es de que Santillana del Mar es una de las localidades de mayor valor histórico-artístico de España y el principal foco de atención turística de Cantabria.
Santillana del mar, la villa de las tres mentiras, porque no es ni santa, ni llana, ni da al mar, alberga verdaderos tesoros arquitectónicos, como la Colegiata de Santa Juliana, la joya más importante del románico en Cantabria. Además, al hablar de Santillana, también hay que hablar de la Cueva de Altamira, que contiene, probablemente, las pinturas prehistóricas más famosas del mundo.
La localidad es un museo vivo de una villa medieval desarrollada en torno a la Colegiata de Santa Juliana, aunque la mayoría de sus caseríos corresponden a las diversas aportaciones arquitectónicas de los siglos XIV al XVIII. Solo se puede visitar caminando.
En la plaza de, de traza triangular, se ubican algunos de los edificios más representativos: la casona de los Barreda-Bracho del siglo XVIII con escudo y pretenciosa leyenda (hoy parador de Gil Blas); las casas Del Águila y La Parra; el Ayuntamiento; la Torre de Don Borja, levantada a finales del siglo XIV y que es una de las edificaciones más nobles de Santillana, perteneciendo al poderoso linaje de los Barreda, la cual da cobijo a la Fundación Santillana; y por último, la Torre del Merino del siglo XIV, que es el edificio más antiguo, residencia fortificada de los merinos o administradores de los intereses soberanos.
La calle del Cantón, por su parte, presenta un maravilloso conjunto de casonas de los siglos XV al XVII entre las que destacan: la casa gótica (s. XV) de Leonor de la Vega, madre del primer marqués de Santillana, y la Casa de los Villa (conocida por "la de los hombrones", por sostener el enorme blasón de la fachada dos caballeros con bigote. Al final de la calle del Cantón se ubica la Colegiata, el monumento religioso más importante del románico en Cantabria. Levantada sobre una antigua ermita en el siglo XII, tiene planta de tres ábsides, crucero y tres naves. En la fachada principal se observa un frontón triangular con imagen de la mártir, y por encima, una galería de quince arcos enmarcada por tres torres, una de ellas cilíndrica. El claustro adosado a la nave norte, está considerado como la obra maestra del conjunto, por la excelente talla y decoración de sus capiteles.
A dos kilómetros de Santillana se encuentra otro gran tesoro artístico de Cantabria: la Cueva de Altamira, universalmente reconocida. Descubiertas en 1879 por Marcelino Sanz de Sautuola y su hija María, han sido declaradas "Patrimonio De La Humanidad" por la UNESCO.
La cueva, de unos 300 metros de longitud, contiene unos 150 grabados, expresión artística del hombre del paleolótico. Las pinturas son policromas a base de pigmentos naturales que se han conservado desde la edad cuaternaria; destacan las figuras de bisontes y ciervos.
¿Qué comer?
En Santillana se come bien, como en toda Cantabria, ya que su gastronomía es la misma que la del resto de la región. Muy recomendable el cocido montañés; el sorropotún (marmita de bonito típica de la zona); el rape; el chuletón de vaca tudanca o los exquisitos quesos como el picón de Tresviso o los quesucos de Liébana. Como postre, arroz con leche, flan, natillas y las tartas de hojaldre de Torrelavega, famosos por su calidad. Todo viajero que llegue a Santillana tendrá que tomar un vaso de leche y un bizcocho “la tableta”, una quesada o un sobao pasiego, también típicos de la zona..