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Sequía, insectos y hongos, los “asesinos” conocidos de las palmeras en Lanzarote

Más del 50% de las 60 mil palmeras de la isla está en peligro de morir de no tomarse medidas

 

  • Lancelot Digital
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    Casi 60.000 palmeras hay en Lanzarote. Lo que debería ser un auténtico oasis de gran belleza se ha convertido en una estampa preocupante y triste: la falta de agua, los insectos y los hongos están acabando con la tan admirada palmera canaria.  Algunos expertos creen que más de la mitad de las palmeras de la isla corren el riesgo de morir si no se adoptan medidas urgentes. Un porcentaje muy alto de las afectadas ya no tiene remedio.

     

     

     

    La administración pública, el Gobierno de Canarias, el Cabildo de Lanzarote y los ayuntamientos llegan tarden, pero los ingenieros agrónomos todavía creen que se pueden salvar muchas y sobre todo parar el desastre al que va a abocado el palmeral de Lanzarote. De hecho, algunos expertos creen que la falta de agua en los últimos años ha sido la principal causa, porque ha debilitado a la palmera y permitido que le ataque con mayor facilidad los hongos o el “picudo”.  De momento, nadie hace nada. Se siguen sin regar las palmeras de los márgenes de carreteras que se mueren y ahora a la sequía natural se suma los problemas de la falta de agua depurada que generaba las zonas turísticas por el parón de la economía del Covid-19. Un panorama muy oscuro que nadie sabe muy bien como alumbrar. La realidad es que entre todos las mataron y ellas solas se murieron.

     

    El ingeniero agrónomo de la empresa Agroislas Víctor García, experto en la materia, habla del estado en que se encuentran las palmeras de Lanzarote. “Canarias es la cuna de la palmera canaria, la cual ha colonizado de forma natural ambientes predominantemente desérticos o con escasa presencia de agua (cauces de barrancos y similares). Debido a innumerables factores, tanto naturales como antrópicos, muchos ejemplares de nuestras palmeras han visto modificados estos parámetros ambientales, lo cual repercute directamente en el estado general de la palmera y en la resistencia que puede ofrecer a plagas, enfermedades y demás inconvenientes”, señala. “En las últimas décadas se han detectado (tanto en Lanzarote como en las demás islas del Archipiélago) oleadas de patógenos que aprovechan la exuberancia de esta especie de palmera para convertirla en su refugio o en su fuente de alimento, en detrimento de ésta, que se defiende como buenamente puede con los recursos que tiene disponibles. Las palmeras presentes en Lanzarote no son excepción, y han sufrido tanto como lo han hecho sus hermanas en las demás islas, y las consecuencias son visibles”.

     

     

    García señala que “actualmente un importante porcentaje de palmeras conejeras están dañadas en mayor o menor grado por fisiopatías, plagas o enfermedades que dañan sus sistemas internos o su aspecto físico. En nuestra opinión, los “estandartes” de estos problemas son los insectos (principalmente Diocalandra frumenti) y los hongos (sobre todo Fusarium oxysporum y Thielaviopsis paradoxa). Estos problemas sanitarios se dan en cualquier ambiente (privado o público) y prácticamente durante todo el año”, explica. “Como decimos, estos problemas son generales en todos los ejemplares presentes en Canarias, extendiéndose, lógicamente, a los presentes en Lanzarote. Por este motivo, siempre debemos pensar en soluciones generales a toda la Comunidad Autónoma. El Gobierno de Canarias y los Cabildos Insulares han aunado esfuerzos para mejorar el estado de nuestras palmeras, elaborando normativa (sobre todo la ORDEN de 29 de octubre de 2007), difusión de información y elaborando protocolos para trabajar con palmeras. Todos estos esfuerzos han tenido un impacto positivo en el estado de las palmeras, logrando una mejor consciencia ambiental en la sociedad y un cambio de paradigma en el modo de trabajar dentro del sector”.

     

    Motivos de la mala situación del palmeral

     

    No existe un único motivo por el que se ha llegado a esta situación, sino muchos.  Algunos de ellos evitables y otros, no tanto. “La palmera Canaria no es una especie amante del riego, más bien al contrario, sus necesidades hídricas son menores que en otras especies, y un exceso de riego supone un problema grave que origina una mayor susceptibilidad a sufrir plagas o enfermedades, así como una merma en su capacidad de defensa ante estas agresiones”, afirma. “Por otro lado, el clima global ha cambiado y esto es algo fácilmente notable por todos y todas. Las épocas de lluvia se han visto modificadas, los suelos han sufrido alteraciones, los ciclos de materia y energía de los ecosistemas han notado cambios rápidos, quizá a un ritmo demasiado acelerado como para que las especies de seres vivos puedan responder de manera efectiva. La palmera Canaria no es una excepción, y sufre descensos de humedad ambiental, cambios en las características químicas de los suelos, presencia de contaminantes y partículas sólidas en el aire… Nuestras palmeras no tienen la capacidad de reaccionar de una manera rápida ante estos cambios, y esto se traduce en empeoramiento de su estado”.

     

    García añade que no “hay que olvidar que somos islas que han servido históricamente “de paso” para muchas culturas, y aún lo seguimos siendo. Una buena parte de nuestra cultura, sociedad y economía se nutre de este trasiego de personas y mercancías que paran en nuestras islas para quedarse o para seguir su camino hacia otros lugares del planeta. Hay que entender que controlar al 100% la presencia de propágulos de plagas o enfermedades en medio de esta vorágine de personas y mercancías es sumamente difícil, sobre todo si tenemos en cuenta que muchos de estos patógenos son diminutos. El establecer protocolos eficaces es un proceso que dura un tiempo, así que estamos expuestos a que alcancen nuestras tierras organismos que ven la palmera Canaria como un oasis rico en alimento y refugio, que lógicamente utilizan y explotan en su beneficio”, afirma. “Esto no es un hecho aislado. En otros lugares del planeta han sufrido, sufren y sufrirán seguramente problemas similares. No decimos que estos hechos sean inamovibles y que no se pueda hacer nada al respecto, sino que entendemos que es complejo ya que muchos sectores entran en juego y la solución debe ser respetuosa y beneficiosa con todos ellos, incluyendo a nuestra palmera Canaria”.

     

     

    Soluciones

     

    Víctor García explica que en estos días están realizando un importante trabajar para reinventariar y diagnosticar las palmeras que hay en Puerto del Rosario en Fuerteventura y “Sinceramente creo que debería hacerse en Lanzarote para buscar soluciones”.

     

    En cualquier caso, se muestra positivo. “Creo que ya estamos en la línea de cambio, donde entidades públicas y privadas han hecho esfuerzos por establecer normas y protocolos de actuación que ayudan a nuestras palmeras. El público general conoce más y mejor a nuestros ejemplares y poco a poco el cambio de paradigma se va haciendo patente y se materializa. La vigilancia del cumplimiento de estos protocolos es muy buena, y debe seguir así para conseguir beneficios”, explica. “Lo que debemos hacer es difundir más estos protocolos (el sistema de difusión ya es bueno, así que habría que seguir con este guión) y hacer entender a la gente la valía de nuestras palmeras y sus cuidados. Somos optimistas, y creemos que todo esto se potenciará y el futuro para la palmera será mejor”.

     

    Sí hay una cosa que tienen claro: no hay demasiadas palmeras en Lanzarote y no hay que pensar en reducir su número. “Nunca y muy al contrario, debemos potenciar la flora canaria (dentro de la cual están nuestras palmeras), difundir su conocimiento y presencia y ayudar a que se incorporen más a nuestra jardinería. Todo esto conllevará a que tengamos especies vegetales muy adaptadas al entorno, y por ello con menor incidencia de plagas y enfermedades”.

     

    -¿Qué tipo de enfermedad tiene la palmera canaria?

     

    -Fundamentalmente la palmera Canaria se ve afectada por insectos (Diocalandra frumenti, Opogona sacchari…) y por hongos (Fusarium oxysporum, Thielaviopsis paradoxa…). Lo ideal es que se pudieran modificar las condiciones ambientales para que estos patógenos reduzcan su actividad o se marchen al sentirse “a disgusto”, pero no es cosa fácil, así que estamos en el cambio de mentalidad que permita que poco a poco todos estos problemas se vayan atenuando o eliminando por completo. Lo que debemos tener muy en cuenta es que estos problemas sanitarios pueden desembocar en el desplome de las palmeras, con todo lo que ello supone, por lo que debemos potenciar también sistemas de detección y alerta temprana que permitan tomar medidas antes de que se produzcan desgracias personales y materiales.

     

    -¿Es posible que la falta de riego haya sido un incentivo para el picudo rojo?

     

    -Tras bastantes años en lucha contra el Picudo Rojo, hace unos 4 años nuestras islas se posicionaron como uno de los primeros lugares del mundo en ganarle la batalla a este peligroso insecto, así que podemos estar tranquilos (sin dejar de estar en alerta) al respecto de este patógeno. No tanto es así con Diocalandra, un “primo” del Picudo que actúa de la misma manera, si bien con algo menos de voracidad.

     

    La clave para entender todo esto es el término “Trofobiosis”, acuñado en los años 60 del pasado siglo XX por Francis Chaboussou. Básicamente y en resumen, este término viene a decir que las plagas y enfermedades atacan más a los ejemplares que tiene desajustes en su nutrición (tienen “anemia”) o que viven en un estado no adecuado (prácticas culturales, riegos, abonados…). En respuesta a la pregunta, por supuesto que unos factores poco adecuados ayudan a las plagas y las enfermedades a avanzar y a atacar a las palmeras, y al revés, unos factores ambientales adecuados ayudan a la palmera y reducen la incidencia de estos patógenos.

     

    Este reportaje se publicó en el Lancelot Mensual de Noviembre. Descárgalo aquí

     

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