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Último adiós a Espino, día triste para Arrecife

El político lanzaroteño fallecía este jueves a los 88 años de edad. Imagen: Jorge Coll. 1987

 

  • J.C.
  • Jorge Coll
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    Hoy es un día triste para la ciudad de Arrecife. La muerte de José María Espino, a la edad de 88 años, significa la desaparición del alcalde que marcó la modernización de la capital, que vio cómo iba transformándose la ciudad, muriendo el Arrecife tradicional, el de las fábricas humeantes de las sardinas y olor a pescado mientras se imponía la ciudad comercial y de los negocios con el avance del Turismo. Fue el alcalde que mantuvo el sillón de la Alcaldía capitalina más tiempo, en concreto tres mandatos, desde 1983 y 1995, un total de 12 años.

     

     

    De esos tres mandatos, dos con mayoría absoluta y el tercero, el del 87 al 91, en el que se vio obligado a pactar con el PCE de Domingo Hernández Álvarez, el "comunista" (ya fallecido) que finalmente terminó, militando en las filas socialistas.

     

    Espino junto con Enrique Pérez Parrilla y Agustín Torres, sobre todo, marcaron posiblemente el mejor periodo del socialismo en Lanzarote, tres personajes que bajo el cobijo del cambio propiciado por Felipe González en España, pudieron poner las bases para el crecimiento de Lanzarote y Arrecife.

     

     

    Cabe destacar entre sus actuaciones la aprobación del Plan General de Arrecife, en 1991, que todavía sigue vigente. Su gran obra fue sin duda la de la Rambla Medular que sirvió, no sólo para unir la periferia con el centro, sino también como un pulmón para ciudadanos y sobre todo para el caótico tráfico rodado de la capital. Hoy no se entendería Arrecife sin esa obra que algunos cuestionaron en su día.

     

     

    Pero también fue José María Espino, con el apoyo del Cabildo y el Gobierno de Canarias, del socialista Jerónimo Saavedra, y bajo la dirección del artista César Manrique, el que ideó "salvar" el Charco de San Gines, que se había convertido casi en una laguna de lodo y porquería.

     

     

     

    Con José María Espino empezaron a crecer los barrios de la capital, aunque algunos creen que de manera caótica. Se le criticó que no fue capaz de poner al día sus infraestructuras más básicas, a pesar del esfuerzo que el PSOE dice que realizó. Hoy todavía esos barrios, que nacieron prácticamente por necesidad de los nuevos habitantes que vinieron del campo a la ciudad, siguen con muchas deficiencias urbanísticas y dotacionales en sus equipamientos básicos.

     

     

    En el ámbito personal y político fue un hombre campechano, cercano a la gente de la calle. Dispuesto a tener reuniones maratonianas con los vecinos, ya sea para resolver un problema personal o para hablar de una baldosa mal puesta en la acera de su calle. Reuniones que algunos creían infructuosas por la pérdida de tiempo que suponía al convertirse la mayoría de esos encuentros vecinales más en un desahogo ciudadano que en una herramienta eficaz para resolver los problemas de la ciudad.

     

    En 1995 por discrepancias con el Comité Local de Arrecife, controlado por Andrés Fuentes y su gente, abandonó el PSOE y se presentó como candidato a la alcaldía por CC. A pesar de sacar unos buenos resultados, se vio obligado a dejar el grupo nacionalista para que Manuela Armas, segunda en la lista nacionalista, hoy del PSOE, se convirtiera en alcaldesa de Arrecife. También fue consejero de Bienestar Social del Cabildo de Lanzarote por CC. También fue maestro de escuela y profesor de la Uned.

     

     

     

    Posiblemente el día más triste de José María Espino como persona fue cuando le comunicaron en su despacho del Ayuntamiento de Arrecife el accidente de tráfico mortal que había tenido su primera mujer y su hijo, en la vieja carretera de Tahíche, en el cruce de la Fundación César Manrique.

     

    Espino a pesar de su avanzada edad se mantuvo muy activo hasta sus últimos años de su vida. Hoy el Ayuntamiento de Arrecife ha amanecido con las banderas a media asta en recuerdo a un político que dio muchas horas de su vida para mejorar una ciudad y la vida de sus ciudadanos.

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