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Crónica de una Investidura polémica

Todas las formaciones lanzan duras acusaciones, con una amnistía omnipresente en el arranque del debate

 

  • Tiempo de Canarias
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    Se esperaba y ocurrió. La primera sesión del debate de investidura del que saldrá el nuevo Gobierno de España, presidido por el socialista Pedro Sánchez, cumplió con todas las expectativas. Los discursos no sorprendieron y tampoco el tono que, en algunos momentos, provocaron un auténtico huracán. Mientras tanto, las grandes cuestiones pasaron desapercibidas mientras que la ley de amnistía se erigió -para sorpresa de nadie- en la gran protagonista en una primera jornada que convirtió el Congreso de los Diputados en un campo de minas plagado de reproches y duras acusaciones y en la que Canarias resonó en muy pocas ocasiones, tal y como informa Tiempo de Canarias.

     

    Durante más de noventa minutos, Pedro Sánchez trató de exponer cuál sería la hoja de ruta del nuevo Gobierno, una vez reciba el apoyo de los 179 diputados que respaldarán la investidura este jueves. O, al menos, eso es lo que se esperaba. El arranque de su intervención quiso centrarlo en una suerte de espejo en la que reflejar lo perjudicial de un acuerdo entre el Partido Popular y Vox, con una descripción de las decisiones tomadas en aquellos gobiernos autonómicos en los que han sellado acuerdos. Todo ello, tras hacer mención a las protestas que, durante las últimas doce jornadas, se han producido a las puertas de la sede socialista a causa de la amnistía.

     

    Entre tanto, el ambiente se fue caldeando por momentos, con numerosos reproches por parte de la bancada popular, que eran respondidos con aplausos de socialistas y diputados de Sumar. Ya en la recta final de su discurso, trató de señalar cuáles serían las líneas de trabajo. Pero las menciones a la amnistía parecía que no iban a llegar y, desde el Partido Popular estaban deseosos de que llegasen dichas palabras. “Las cosas cosas son como son y tenemos que hacer, de la necesidad, virtud”. Así trataba de justificar el candidato a la Presidencia la Ley de Amnistía acordada de Junts.

     

    Poco más de diez minutos dedicó a explicar sus motivaciones para acordar dicha norma con la derecha independentista de Cataluña. Una breve referencia, dada la importancia de la cuestión, en la que también aprovechó para lanzar dardos hacia la bancada azul con los indultos realizados por José María Aznar, o las cesiones de los gobiernos populares a partidos nacionalistas. Necesidad, diálogo, calma en las calles y mejora de la convivencia. Estas fueron algunas de las argumentaciones ofrecidas por un Pedro Sánchez de pecho henchido que trató de justificar todas y cada una de las cuestiones acordadas con las formaciones catalanas.

     

    No obstante, la batalla se disputaría en la sesión de tarde. El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, subía al estrado para abrir el turno de intervención de los grupos parlamentarios y lo hizo, como era de esperar, haciendo un discurso casi íntegro referido a la amnistía, la cuestión catalana y solicitando, hasta en dos ocasiones, una repetición electoral. En un discurso duro y beligerante, el líder de los populares centró su discurso en la amnistía, acusando al candidato socialista de tener “falta de pudor”, “mentir” o de cometer “fraude” porque, agregó, “lo que se trae a la Cámara no se votó en las urnas”.

     

    Pero las palabras más duras aún estaban por llegar. Alberto Núñez Feijóo acusó a Pedro Sánchez de “corrupción política” por “tomar decisiones contra el interés general por intereses personales”. Además de cuestionar al socialista el haber “comprado el apoyo” o trayendo a la tribuna referencias a ETA para referirse a EH Bildu, pocas fueron las referencias -quizá era lo esperado-, de las cuestiones programáticas del futuro Gobierno más allá de la cuestión catalana. Solo en su recta final -tras pedir a la presidenta del Congreso que le diera el mismo tiempo (40 minutos) que al socialista Óscar Puente durante su debate de investidura- hizo un relato somero (y breve) de algunas de dichas materias.

     

    Eso sí, Feijóo no quiso perder la oportunidad de hacer un guiño a la, por ahora, ministra de Igualdad en funciones, Irene Montero, a quien durante la pasada legislatura criticó duramente por la ley del ‘Solo sí es sí’. Las espadas se mantenían en alto con la respuesta de Pedro Sánchez, quien volvió a recordar a los populares los cinco años de retraso que lleva sin renovarse el Consejo General del Poder Judicial. No obstante, si unos hacen referencias al independentismo y a ETA, el candidato socialista no dudó en sacar, una vez más, menciones al franquismo para acusar a los populares por sus acuerdos con la ultraderecha. Todo, con una insistencia, la “investidura fallida” de Feijóo, que citó hasta en tres ocasiones, además de acusarlo de “falso moderado” o de tener “falta de transparencia”.

     

    Para responder a las cuestiones relativas a la amnistía, el candidato utilizó, únicamente, ocho minutos de los más de 60 que dedicó en su primera respuesta y, sobre ello, se limitó a acusar al PP de “no tener proyecto para Cataluña” o que el problema de los populares “no es la amnistía” sino “su incapacidad de formar una mayoría parlamentaria” porque, agregó, “a ustedes lo que les preocupa, única y exclusivamente, el Gobierno”. A ello se sumó un reproche que tuvo una dirección clara, Coalición Canaria. "Si pactan con ustedes la agenda canaria está bien, pero si lo hacen con nosotros, no", aseguraba Sánchez. No obstante, el nivel de confrontación aún podía subir un poco -o mucho- más. Y de ello se encargó el líder de Vox, Santiago Abascal, quien arrancó su intervención asegurando que la tribuna de oradores estaba “llena de cinismo y demagogia”. A nadie le podía extrañar que su discurso estaría centrado en la amnistía y, bajo ese paraguas, aseguró que el Congreso “no puede derogar la Constitución con una amnistía que no tiene encaje en el ordenamiento jurídico”.

     

    No obstante, más allá de las acusaciones de “ambición” o de “persona nefasta” en relación con el candidato, Abascal no dudó en asegurar que se trata de un “golpe de estado” que inicia “el fin de la democracia” y liderado por una persona que “es capaz de todo con tal de aferrarse a un sillón del que es indigno”, apostillando que el “único del que es digno” es “el banquillo del juzgado”. Ello trajo consigo, incluso, un desencuentro con la presidenta del Congreso, Francina Armengol, que, tras solicitarle retirar la expresión de golpe de estado, el líder del partido de ultraderecha elevó el tono afirmando, voz en grito, que “quieren amordazar la libertad de expresión de los diputados”. Como ya hiciera Feijóo, Abascal también quiso acusar a Pedro Sánchez de “corrupción política” y aseguró que “con ropajes de democracia” también llegaron al poder “personajes nefastos como Chávez, Maduro y Hitler”.

     

    Y ese era su único problema, la amnistía, porque de nada más habló. El desempleo o la falta de viviendas -porque la igualdad y el cambio climático no lo iban ni a mentar-, contaban con el interés necesario de Santiago Abascal. En su alarde, también tuvo palabras para el líder del Partido Popular, a quien le pidió que hiciera valer su mayoría absoluta en el Senado para evitar la ley de amnistía, así como un apoyo en su propuesta para “ilegalizar” a Junts y Esquerra. Tras ello, todos los diputados de Vox en el Congreso, abandonaron el hemiciclo. Tras el huracán provocado por la ultraderecha, la líder de Sumar, Yolanda Díaz, tomó la palabra para tratar de calmar unos ánimos que estaban revueltos -o al menos, eso era lo que pretendía-.

     

    En una defensa del acuerdo con el independentismo, que definió como un “camino complejo” porque “el reencuentro es más difícil”, trató de desgranar la “importancia” de la continuidad de un gobierno progresista. No obstante, se mostró dura contra el líder de los populares y el ausente Abascal. Al primero le recriminó que “no es dueño de la Constitución” y de estar “en contra de todos los avances”. Al segundo, le reprochó sus referencias a que España es una dictadura, recordándole que “si estuviéramos en una dictadura, no recibiría la subvención de diez millones de euros”. No obstante, quedó algo claro en el hemiciclo. Pese al romance entre Sumar y PSOE, en el seno de la coalición liderada por Yolanda Díaz, existe un cisma. Los diputados provenientes de Podemos eran incapaz de aplaudir cualquier de sus palabras -Ione Belarra e Irene Montero, incluidas-.

     

    En un discurso en el que trató de sacar a colación los puntos acordados con los socialistas para un gobierno de coalición, centrado principalmente en materia de empleo -cartera que, hasta ahora, dirige-, no dudó en lanzar continuos reproches al líder del PP, obviando -quizá de manera intencionada-, que no era Feijóo quien se sometía a la investidura -ya ese momento ocurrió hace dos meses-. Pese a los distintos puntos divergentes con los socialistas, nada iba a variar y así también lo demostró Pedro Sánchez durante su turno de respuesta, quien ensalzó que hubieran sido miembros y protagonistas del primer gobierno de coalición en el Ejecutivo central.

     

    Ya en la recta final de la primera sesión era el turno de los partidos catalanes, formaciones que acaparaban la mayor parte de las intervenciones de la jornada por parte del resto de grupos. Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana, dirigió su discurso en ataques a la derecha a quienes reprochó las movilizaciones de los últimos días y preguntándoles si habían sido votados “para lo que están haciendo”. “Tratan de ganar con togas lo que pierden con votos”, aseguraba, citando que  “lo que rompe España” es la escalada de precios, la imposibilidad de acceder a una vivienda o la violencia machista “y no que un partido apruebe una propuesta política para tratar de resolver un conflicto político”, asegurando que la derecha “utiliza de atrezzo” a la ciudadanía. Asimismo, no dudó en incidir que los pactos “no siempre nacen de programas” sino que “nacen de negociaciones”.

     

    Poco tardó en mencionar al referéndum, aunque suavizando el término con un “votar”, si bien reconoció que “quizá”, en estos momentos “no tenemos capacidad para exigirlo, pero sí mañana”. Pero reconoció que la solución “siempre es la política, la negociación” y le pidió “avanzar”. Incluso, con un tono que pudo llegar a parecer amenazante, tras preguntarle a Sánchez si veía a Albert Rivera o a Inés Arrimada, le lanzó un “no se la juegue, hágame caso”. También quiso dirigirse a Junts, a quienes dio la bienvenida a los pactos con el PSOE, con quienes “han conseguido cosas que ya se firmaron con nosotros en 2019” y les advirtió, “cuando el PSOE les intente engañar, que lo hará o lo intentará, jamás diremos que es culpa vuestra, diremos que es culpa de los socialistas”. Palabras, todas ellas que, por muy duras que pudieran parecer contra el partido del que Pedro Sánchez es secretario general, el candidato a la Presidencia se mostró dócil para no enfadar a quienes tienen en su mano su proclamación.

     

    “Usted dice que todos los logros han sido mérito suyo y los errores son culpa del PSOE”, apuntó Sánchez, quien quiso insistir en que, según su punto de vista, “ha merecido la pena”. Unas caricias con mano de hierro por parte de los republicanos catalanes, que el candidato socialista trató de amortiguar, porque le tocaba soportar, sin apretar cualquier tipo de tuerca. “El diálogo entre nuestros partidos se ha construido sobre una base de escasa confianza mutua”, apuntaba Sánchez. Finalmente, sería Miriam Nogueras, portavoz de Junts per Catalunya (JxCat), quien pusiera el punto y final a esta primera jornada. La formación independentista se mostró más intransigente y acusó a Sánchez de falta de valentía porque deben “respetar el pacto firmado”.

     

    En sus duras palabras, insistió ante el candidato que en el acuerdo firmado “no se habla de diálogo, de reencuentro, ni de perdón” e incidió que la amnistía “es otra cosa”. Asimismo, recordó al candidato socialista que el pacto “está sujeto a los avances” o, de lo contrario, “no apoyaremos ninguna iniciativa que presente su Gobierno”, lamentando que todos los intentos previos del independentismo por lograr su objetivo, “no han funcionado”. Asimismo, no dudó en reconocer que desconfían del “Gobierno español” pero, no obstante, “optamos por hacer las cosas con un método diferente”. Un discurso casi inmovilista en cuanto a las pretensiones, ante el que Pedro Sánchez le ofreció su compromiso para “lograr los acuerdos pactados”. Así se puso fin a un tenso debate que, con toda probabilidad, no será menos amable en su última jornada de este jueves.

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