Domingo, 21 Diciembre 2025
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Urna electoral

Las encuestas anticipan un escenario ajustado, con una previsible mayoría del PP y a Vox como actor clave

 

  • Lancelot Digital

 

Las elecciones autonómicas de Extremadura llegan este domingo con un panorama muy abierto, marcado por las encuestas de intención de voto publicadas en las últimas semanas que apuntan a una ligera ventaja del PP, un PSOE tocado por los casos de corrupción y acoso sexual en el partido y un Vox decisivo para la formación del próximo Gobierno regional.

 

Según estos sondeos, el Partido Popular que lidera la actual presidenta de la Junta de Extremadura, María Guardiola, se sitúa en cabeza, aunque sin una mayoría suficiente para gobernar en solitario, lo que le obligaría a buscar apoyos. El PSOE, que parte como fuerza con mayor implantación histórica en la comunidad, está en la actualidad sin posibilidades de disputarle el liderazgo al PP y con escasa probabilidad para articular una mayoría estable. En este contexto, Vox emerge como llave de gobierno, con opciones claras de inclinar la balanza.

 

El candidato del PSOE, Miguel Ángel Gallardo, presidente de la Diputación de Badajoz y líder del PSOE en Extremadura, está siendo investigado judicialmente por la contratación de David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno, en la institución provincial.

 

El caso se centra en si el puesto ocupado por David Sánchez como coordinador de actividades culturales fue creado o adjudicado de forma irregular, sin cumplir los principios de igualdad, mérito y capacidad. Gallardo defiende que la contratación fue legal y necesaria, mientras que la investigación trata de aclarar si hubo trato de favor por su relación familiar con Pedro Sánchez.

 

El asunto ha tenido un fuerte impacto político y mediático, al afectar directamente al entorno familiar del presidente del Gobierno y a un alto cargo socialista territorial.

 

El resultado extremeño tiene una lectura que va más allá del ámbito autonómico. Para el Gobierno central, estas elecciones funcionan como un termómetro político en una comunidad tradicionalmente disputada, con impacto directo en el clima parlamentario nacional y en el relato político de los próximos meses.

 

Para el PP, un buen resultado reforzaría su estrategia territorial y consolidaría su posición como alternativa de poder, aunque el precio podría ser un acuerdo explícito o tácito con Vox. Para el PSOE, mantener el control o quedar muy cerca significaría frenar la tendencia favorable a la derecha y ganar oxígeno político a nivel nacional. Y para Vox, entrar en la ecuación de gobierno supondría pasar de fuerza de apoyo a actor determinante, con capacidad real de condicionar políticas y pactos.

 

La noche electoral no solo decidirá quién gobierna Extremadura, sino qué alianzas son posibles y qué mensaje político se envía a Madrid, en un escenario donde cada escaño puede resultar decisivo.


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