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“Cómo es la gente”

Andrea Bernal

 

   “Cómo es la gente” es una expresión habitual, utilizada con énfasis y a menudo acompañada de rabia, enfado, desesperanza ante una situación social que no nos agrada o nos indigna.

 

Hace décadas que usamos o escuchamos esta expresión. Tan familiarizados con ella, parecen las líneas blancas de los pasos de cebra que todos atravesamos o la arena blanca de una playa ruidosa que todos hemos conocido alguna vez.

 

Tan acostumbrados a escucharla, no pensamos en su significado. Se trata de una expresión denigrante que nos aleja de la colectividad que somos y nos separa de la comunidad real, o más aún, del otro. Ese otro que hace posible nuestra existencia.

 

España se divide en dos. Es una luna partida: una cara oscura y vaciada, y otra cara repleta de turistas. Uno puede pertenecer a una de esas dos caras, pero no puede ser ajeno a la realidad de la otra.

 

Escudarse en un “cómo es la gente” provoca una ignorancia: la de no saber enfrentar los problemas cotidianos y sociales con los que con-vivimos o la ética común en la que todos tenemos responsabilidades.

 

El hombre que tira el papel en la calle sin buscar una papelera, ese hombre, es un individuo universal. Abanderarse de una ilusoria ética perfecta es imaginar que estamos por encima del otro, que nunca hemos cometido un error, o asumir que, si esa “gente” es todo el género humano, está destinado a un fracaso, a una falta de civismo universal.

 

Mirarnos requiere coraje en un mundo que se está habitando a través de las pantallas y se comunica por breves mensajes de texto. Interactuar requiere la calma precisa que huye de una vida acelerada.

 

El comportamiento del hombre, desde los tiempos más remotos, siempre ha fluctuado; forma parte de nuestra naturaleza humana. No se hubiera escrito grandes obras como “Ética a Nicómaco”, si no hubiésemos asumido nuestra imperfección.

 

Si tenemos, a pesar de todo, una esperanza abierta, ha de ser la de respetarnos. Uno puede comprender y no compartir, y a menudo esto es un hecho que se olvida.

 

“Cómo es la gente”, “cómo es la gente”; recuerden,  “gente” eres tú.

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