Conversación con Pamparacuatro
Por Francisco J. Chavanel
Me llega un runrún desde Lanzarote sobre la paternidad del programa de La Sexta dedicado a la corrupción de la isla, monumento a la parcialidad, al exceso, y a la falta de escrúpulos periodísticos. La teoría más usada toca a la Fundación César Manrique y a Pilar del Río, viuda de Saramago, militante del PSOE, radical, y con abundantes contactos en la capital producto de su vida en común con el Premio Nobel. Mis informantes me hablan de una comida en casa de la viuda en honor de los cuatro equipos de La Sexta. Ahí se ventilaría qué tipo de reportaje se emitiría.
A mitad de la tarde otro runrún, quizá complementario con el anterior, se abre paso. El juez César Romero Pamparacuatro surge como el conseguidor de la embarcación desde donde La Sexta grabó las imágenes referentes a Marina Rubicón y a la goleta del empresario Juan Francisco Rosa, principio y fin de la mayoría de las acciones del “caso Unión”: Rosa era el objetivo, el veneno, el enemigo a desaparecer. Lo que se comenta es gravísimo. Pamparacuatro, instructor del caso, con el deseo de salvar su alicaído prestigio, se había convertido en el mentor del reportaje, guiando a los periodistas de La Sexta, conduciéndolos hacia el barco de un amigo, y desde allí indicándoles el mejor tiro de cámara… Parecía imposible creerlo. Me pellizco, incapaz de dar un paso más.
Mis pesquisas me conducen hacia Antonio Zoido, hermano de Juan Ignacio Zoido, alcalde del PP en Sevilla, médico afamado en Lanzarote, propietario de un barco de nombre “Xaneida”. Supuestamente ese es el barco que habría utilizado La Sexta. Antonio Zoido y Pamparacuatro son amigos íntimos, aunque ahora después de lo sucedido no sé si la cosa aguantará… Eran amigos íntimos de largos viajes a través del Atlántico. El martes le preguntaron en una radio de Lanzarote a Pedro de Armas, compañero político de Juan Carlos Becerra, por la ausencia del juez en el juzgado el 29 de agosto de 2008, certificado por la secretaria del TSJC, Maria Eugenia Calamita, cuando alguien en su nombre decidió prorrogar las escuchas a varios de los imputados: “Normal que no estuviera. Estaba exactamente delante de mí, en Madeira, disputando una regata”. Tal cual.
Pamparacuatro, aprovechando su amistad con Zoido, metería en su barco a La Sexta. Antes de ello testigos oculares verían reunidos al juez y a los periodistas que grabaron el reportaje en la terraza “La Cubierta”.
Son las doce de la mañana de ayer. Marco directamente el teléfono del juez Pamparacuatro. Coge él el móvil sin demasiada espera. Me presento. Le cito mi nombre, mis apellidos, mi profesión, y quién soy. Lo primero que me responde es si “lo estoy grabando”. Le digo que no, que le llamo por un único motivo. Se le nota nervioso, efectuando un gran esfuerzo por contenerse. Le comento que trato de confirmar un dato, si fue él la persona que introdujo a los periodistas de La Sexta en el barco que grabó el reportaje. Ante mi sorpresa me responde afirmativamente. Me dice que sí, pero que él fue engañado, que desconocía el contenido del reportaje… Empiezo a entender: Antonio Zoido fue el verdaderamente engañado; el propietario del barco nada sabía de las intenciones de La Sexta, sobre todo cuando su círculo de amistades no es precisamente el de la Fundación César Manrique, ni el del PSOE talibán, ni el del nonismo.
El juez se enreda con sus palabras. Le manifiesto que parece inverosímil que él no supiera del eje de la grabación del documental, cuando es evidente que fue un homenaje a su persona, al “juez implacable”. Me contesta que si bien es cierto que La Sexta le propuso una entrevista él se negó, “porque nunca se sintió protagonista de nada” y me niega una certeza: que el reportaje se centrara sobre el contenido del caso Unión… Si le propusieron una entrevista, que él rechazó, es porque los periodistas sabían exactamente con quién hablaban, le comento… Estamos en un bucle: me confirma por segunda y tercera vez que el barco es propiedad de Antonio Zoido y que La Sexta entró a bordo a causa de la gestiones que él hizo con su amigo, el cual no tenía ni idea de lo que iba pasar, al igual que su persona… La última parte de su tesis es inconcebible. ¿Qué hace el juez instructor de uno de los casos más famosos de España acordando con La Sexta la grabación de un documental del que asegura desconocer a priori “su contenido”? ¿Se puede creer tamaño despropósito conociendo la impronta personal con la que Pamparacuatro afectó todo el caso Unión?
Por la tarde localizo en Sevilla a Antonio Zoido. Me confirma que Pamparacuatro le pidió el barco para unos amigos que iban a grabar las costas de Papagayo y que él mismo estaba presente, capitaneando el barco, mientras el juez y sus “amigos”, esta vez sin la UCO, “asesinaban” la imagen de quienes son ya una obsesión. Pamparacuatro no le dijo que sus amigos eran periodistas de La Sexta. Zoido está molesto, tiene muy claro que el juez sabía perfectamente a quienes subía al barco. Zoido ha quedado fatal en Lanzarote. Por eso no tiene miedo a hablar.
La Justicia, por decoro, debiera abrir una investigación. Pamparacuatro ha admitido que fue el instrumento que usó La Sexta para grabar su documental gamberro a favor de las tesis de una investigación que rechina por todos lados. Ha sido juez y parte en un caso aún no finalizado, repleto de lagunas. ¿Es suficiente para qué se tomen medidas?