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De los pastores, de los rastrojos y de sus calamidades

Por Gregorio Barreto Viñoly

 

 

El pastoreo es algo que ha existido en estas islas y en otros lugares, desde nuestra más remota antigüedad, pues se sabe que los pastores ejercían esta dedicación, y se entablaban a veces, algunos problemas, remontándonos a los tiempos de los guanches, como más ancestrales posibles de conocer, y los cuales se resolvían en los Tagoror que tenían los antiguos.

 

Todo trabajo es malo y más cuando es muy duro, como fue el ejercicio del pastoreo, y ya, la verdad es que hay muy pocos ganados, pero hasta hace unos pocos años, hubo muchos pastores en el Municipio de Haría y en toda la isla.

 

Digamos que antes, los pastores estaban condenados a sacar sus cabras y ovejas, todos los días, y eso, aunque hubiera mucho frío, estuviera lloviendo o se estuviera en una ola de calor, y eso era algo normal, porque encima tenían que caminar bastantes kilómetros al día, y eso incluso siendo ya personas bastante mayores.

 

Pero el pastoreo tenía  unas reglas y unas obligaciones que había que cumplir, y fueron muchas las quejas, las denuncias y las acusaciones que se presentaban y que había que considerar y respetar, con algunas multas y hasta encarcelamientos, los hubo..

 

Así tampoco era fácil el pastar, ya que había que contar con rastrojos particulares o laderas de hierba, que eran arrendadas o a cambio de compensaciones.

 

Antes se plantaban todas las fincas, y luego de recogerse las cosechas, quedaban restos en la finca, que eran muy propios para ser aprovechados por animales de ganado, y el entrar en estas fincas sin permiso del dueño, podía ocasionar un delito o falta, pues había que convenirlo entre dueños y pastores y eso era muy respetado.

 

Aparte, como se dice antes, había algunas laderas ricas en hierbas, que solían ser arrendadas por los pastores, porque eran muchos los ganados que había.

 

A veces, los convenios entre dueños y pastores, solían ser a cambio de compensación con cabros, leche, queso, y también se convenían las muchas cabezas de cabro que se producían, y muchos las aprovechaban como algo exquisito.

 

Pero antes había lugares públicos a donde podía irse a pastar, y estos lugares eran toda la zona de Debajo del Risco, que era para animales hasta grandes, de toda la isla, pero un lugar que estaba destinado al pastoreo de cabras y ovejas, del Municipio de Haría, era el Término de Malpaís, con 2.000 Ha., a donde iban a pastar todos los pastores del Municipio, todo lo que se hallaba bien regulado por una Ordenanza del Ayuntamiento, y tenía una zona de Entrada y Salida, a lo que se le llamaba “La Cancela” que estaba en la hoy Cuesta del Sr. Emiliano, luego denominada del Gomero.

 

Pero los pastores también tuvieron problemas aparte, ya que a veces tenían la necesidad de entrar en zonas de riscos, y llegaron a verse apurados para salvarse, aunque tenían unos “garrotes” que les ayudaban sólo algo, en sus apuros.

 

Pero a veces llegaban hasta sufrir los rayos, en temporales de lluvia y tormentas, que a veces eran motivo de peligro y hasta veces eran víctimas directas de la muerte.

 

Las cabras se marcaban en las orejas para distinguirlas de las de otros dueños, y así se empleaba la marca Teberite y otras, y habían apañadas, y muchos cuidados.           

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