Democracia a tiempo parcial
Por Sigfrid Soria, ex diputado autonómico
El grado de compromiso que tenemos respecto de nuestras obligaciones nos define como seres humanos demócratas. Se me antoja ordenar los grados de incumplimientode nuestros compromisos en tres niveles: leves, graves y muy graves o inaceptables.
El incumplimiento de no acudir a un partido de tenis entre amigos siendo uno de los jugadores podríamos calificarlo de leve; eso sí, siempre y cuando no seamos el jugadorque quedó colgado, en cuyo caso sería comprensible que el perjudicado calificara el incumplimiento de, como mínimo, grave.Incumplimiento de obligación de compromiso democrático grave es seguir afirmandoque las prospecciones petrolíferas tienen un riesgo ambiental apocalíptico pues laJusticia ha afirmado rotundamente lo contrario. También es gravementeantidemocrático seguir reclamando que se celebre una consulta que el Consejo de Estado, unánimemente, determinó oportuno elevar al Tribunal Constitucional y éste suspendió sin que ninguno de sus doce magistrados dudase. Es decir, quien sigue sosteniendo la falacia del riesgo ambiental de las prospecciones, 0,003%, o sigue exigiendo la consulta pretendida por el gobierno de Canarias incurre en un grave déficit democrático que, sin lugar a dudas, debe revisar si pretende seguir llamándose demócrata.
Inaceptable e intolerable es ser un presidente de Cabildo, representante por ello detodos los ciudadanos residentes en Lanzarote, que incurre en muy graves carenciasdemocráticas cuando justifica la violación de una zona de exclusión marítima tras horas de reiterados e insistentes avisos. Inadmisible es que condene a la Armada española por cumplir con su deber de evitar un acto de piratería, abordaje ilegal de un buque, siendo la propia Armada quien únicamente puede y debe velar porque ese delito no se perpetre. Inaudito es que, además, se acuse a la Armada de velar por intereses particulares: acaso, ¿no vela la policía por intereses particulares cuando evita robos en domicilios de ciudadanos?
Pero el colmo del absurdo es celebrar un Pleno extraordinario en el que se aprueban una serie de afirmaciones populistas plagadas de planteamientos aberracionales que dejan en evidencia la insoportable carencia democrática del presidente del Cabildo de Lanzarote y de todos los Consejeros que colaboraron en tal bochornoso espectáculo.
El presidente del Cabildo, secundado por todos los Consejeros, no puede siquiera debatir propuestas tan vergonzosas como las debatidas y aprobadas en ese Pleno extraordinario.
Ahora bien, que esta inverosímil utilización de algo tan serio como es un Pleno tenga,además, componentes de encerrona de acoso y derribo a ciertos Consejeros es, en mi opinión, claramente delictivo. El presidente del Cabildo de Lanzarote jamás debió permitir la entrada de aquellos acosadores y difamadores que atentaron contra representantes públicos insulares del Partido Popular. Y si entraron, nunca debió permitir que el Pleno se desarrollase en condiciones tan absolutamente ilegales.
La democracia no es un traje que uno se pone para verse guapo y que se quita cuando quiere sentirse cómodo. La democracia es una forma de entender el funcionamiento de la Sociedad y las relaciones con el resto de ciudadanos. El presidente del Cabildo de Lanzarote y todos los Consejeros participantes del bochornoso Pleno del 19-11-2014 aplican la democracia a tiempo parcial. Todos menos los que sufrieron el atentado democrático.