OPINIÓN. Con el “agua hasta el cuello”
DESDE MI ISLA ATLÁNTICA. Por Antonio Coll
La decisión judicial de embargar los bienes particulares de los componentes de los dos últimos consejos de administración de la sociedad anónima, de capital público, Inalsa, ha levantado todo tipo de alerta en la clase política y, sobre todo, a los que han ocupado puestos de responsabilidad en la monopolista sociedad distribuidora de agua en Lanzarote. Desde hace muchos años y desde este mismo medio se venía advirtiendo de la delicada situación de Inalsa y de la falta de transparencia en sus cuentas anuales. A pesar de ello, las deudas seguían aumentado y los planes de viabilidad de poco o nada han servido porque al final llegó lo que todo el mundo esperaba: suspensión de pagos, antigua figura jurídica, hoy ley concursal de acreedores. La empresa es intervenida judicialmente, con el nombramiento de tres administradores, ajenos a la empresa. A pesar de ello, Inalsa no remonta y la deuda supera ya a los 44 millones de euros, cifra calculada por el juez. En definitiva, Insular de Aguas de Lanzarote es hoy una empresa en quiebra y las salidas se reducen para seguir siendo una entidad pública, como es partidaria CC. Por el contrario el PIL, que ha dirigido la empresa, junto al PSOE, en los últimos años, apuesta por la entrada de capital privado, al menos en alguna de las fases de producción y distribución. Al margen de las preferencias políticas, la cuestión es se debe a los tres proveedores más importante –Unelco, FCC y Aguas Filtradas- casi 45 millones de euros, por lo que estas empresas tienen el “sartén por el mango”. El embargo cautelar a los 17 políticos que han compuesto los dos últimos consejos de administración puede ser una medida ejemplarizante para advertir a la clase política que no se puede jugar con el dinero público, como así ha sucedido no solo en Inalsa sino en otras empresas públicas de la isla. Todos saben que de esos componentes hay algunos que tienen más responsabilidad, como son los que han sido consejeros delegados y presidentes de los consejos.
Las lamentaciones ahora no sirven para nada. Hay que buscar las mejores salidas en una empresa logística de la importancia de Inalsa y asegurar su viabilidad y donde las administraciones autonómicas y estatales deben de implicarse hasta que se esclarezca una quiebra que estaba más que anunciada hace muchos años. Lanzarote no puede seguir con estos vaivenes y urgentemente debe haber un cambio profundo en gestionar la empresa monopolista del agua. De lo contrario estaríamos abocados a una situación de imprevisibles consecuencias. Los últimos cortes del suministro de agua es otro aviso y solo crea nubarrones cara al futuro. Está bien que la justicia siga con sus investigaciones y decisiones, pero la gestión de la empresa pública debe cambiar su rumbo y proponer alternativas para asegurar el suministro a toda la isla. Los habitantes de Lanzarote no tienen que pagar la nefasta labor de unos representantes públicos que con “nocturnidad y alevosía” han permitido el hundimiento de una empresa que de haber sido bien gestionada, con seguridad hoy estaríamos hablando de superávit y no de cuantiosos números rojos. Lanzarote es la única isla canaria que ha vivido en los últimos 20 años en una crisis permanente, sobre todo en sus más importantes empresas públicas. Lo triste es que muchos políticos no escucharon el sonido de las alarmas que hasta hoy no han dejado de sonar. Pero el naufragio era irreversible. Y es que no se puede estar tanto tiempo en la “unidad de cuidados intensivos”. O lo que lo mismo: “asaltando” continuamente la caja de caudales. Pobre isla. Qué lejos se encuentra la “gallina de los huevos de oro” de antaño. La dignidad se ha perdido porque la isla ha estado en manos de muchos sinvergüenzas y no me refiero solo a representantes públicos. Ahora se abre el turno también a otra empresa pública: los Centros Turísticos. Las diligencias previas se han abierto por parte del juez. Pronto se esclarecerá su gestión y las deudas contraídas en la anterior legislatura. La verdad es que no vivimos para sustos. Y nunca mejor dicho: es que, desde hace tiempo, permanecemos con el “agua hasta el cuello”. Y esto solo nos ofrece inseguridad y ansiedad. Y, en Lanzarote, visto el panorama, no existen psicólogos ni psiquiatras que puedan curar un mal incrustado en muchos sectores de la sociedad. La sombra alargada del pesimismo y el descontento no permite percibir algunos destellos de luz para llegar al fin del túnel y salir de una pesadilla persistente. Espero que los nuevos políticos recién salidos de las urnas nos traigan algún respiro, en estos tiempos convulsos y desesperantes para tantas familias y empresas.