EDITORIAL | Mesa del paro
Lo peor de un problema no es el problema en sí. Lo peor es comprobar que no se resuelve con las medidas o reglas que se aplican para solucionarlo. Algo de eso está ocurriendo con la crisis económica financiera mundial que afecta directamente desde el año 2008 a Europa y a España especialmente. A pesar de los recortes en las distintas áreas del Estado del Bienestar y del aumento de la fiscalidad (impuestos y tasas) para reducir la deuda pública y controlar el déficit que ha adoptado el Gobierno español en los últimos 12 meses, no se han resuelto los principales problemas del país. La deuda pública sigue creciendo (ya está a punto de alcanzar el 90% del PIB), el déficit (por mor del rescate bancario) es aún mayor que hace un año (casi el 10,3%) , la actividad económica decreció aproximadamente el 1,5% en el 2012 y el paro sigue descabalgado con más de seis millones de desempleados. La austeridad aplicada por el Gobierno de Rajoy e impuesta por Berlín y los mercados (a los que debemos mucho miles de millones de euros) buscaba el loable objetivo de no gastar más de lo que ingresamos. Pero, insistimos, ni siquiera eso se ha conseguido. Sólo la Administración publica aumentó unos 8.000 millones de euros sus gastos en 2012 en comparación al 2011. En general, España gastó 100.000 millones de euros más en el año que se fue de lo que ingresó. Para que veamos la gravedad de la situación, un dato: en nuestro país ya casi representan la misma cantidad las personas que trabajan, unos 16 millones, que la suma de pensionistas y desempleados, con cerca de 15 millones. Simplemente insostenible.
En Canarias las cifras tampoco animan a la ilusión El desempleo ha crecido en más de 200.000 personas desde que se inició la crisis. Ya hay más de 385.000 desempleados (el 34,27%) y asusta saber que en 118.000 hogares canarios no entra un euro (al menos oficialmente). En Lanzarote se da más o menos la mismo situación, aunque el porcentaje de parados en relación a la población trabajadora es aún mayor. Pero si cabe, el futuro de la isla resulta aún es más incierto para sus 18.000 desempleados, así como para esos varios centenares de empresas que han ido perdiendo musculatura financiera tras cinco años de recesión. De ahí que contemos con un panorama más desalentador todavía que el resto del archipiélago al comprobar que el principal motor de nuestra economía no puede tirar más o mucho más del empleo. La prueba del nueve fue 2011, cuando se batió el récord de afluencia turística en las islas y no por ello se mejoraron ostensiblemente las contrataciones en esos 12 meses, pues sólo consiguieron trabajo unas dos mil personas. De hecho, el turismo (en lo que a hoteles y apartamentos se refiere) sigue empleando casi a los mismos trabajadores que en 2007, antes de la crisis. Según fuentes de las patronales, en estos cinco años de crisis se han perdido apenas unos seis mil puestos de trabajo en establecimientos alojativos. Es significativa la cifra pero casi anecdótica en el conjunto de la masa de desempleados que ha generado la crisis en Canarias.
Y no hay que ser un gran especialistas económico para saber que el desempleo en el archipiélago pero sobre todo en islas como Lanzarote y Fuerteventura proviene del sector de la construcción, que prácticamente al desaparecer ha afectado directamente a la otra gran actividad de los años buenos: el servicio y el comercio. De ahí proviene la mayor parte de los 18.000 desempleados que ha generado la crisis en la isla. Y ése es el gran problema y el gran desaliento que embarga a esos parados y a esas pequeñas y medianas empresas lanzaroteñas, que no ven por mucho que rastrean resquicio para salir de la penumbra económica. No encuentran ninguna alternativa al sector sobre el que pivotó gran parte de la economía de la isla. Ni se la ve ni se la espera. De ahí que está bien que el Cabildo de Lanzarote cree una mesa insular por el empleo, que llame a sindicatos y empresarios, a economistas y expertos para ver cómo podemos aliviar la situación económica que cada vez afecta más a los lanzaroteños. Es más, no entendemos cómo no se ha hecho antes cunado ése es el primer problema de la isla, el problema real. Pero a fuer de ser sinceros no tenemos mucha esperanza en los resultados que puedan salir de esa mesa contra el paro. La burocracia administrativa, experta en paralizar cualquier iniciativa empresarial por buena que sea, la elefantiasis funcionarial, la falta de planeamientos urbanísticos y territoriales, la carencia de financiación bancaria y, sobre todo, la cobardía para reconocer que no puede crearse otro sector alternativo a la construcción en la isla no despiertan la ilusión de los ciudadanos. Al final, ven en la futura mesa insular más un cumplimiento ('cumplo y miento', que decía Larra) que un instrumento real con ganas de resolver los problemas de Lanzarote. Ojalá nos equivoquemos.