EDITORIAL | Trampa, truco o milagro
Es lógico que la adjudicación de la gestión del ciclo integral del agua a Canal Isabel II genere controversia. De lo contrario, estaríamos frente a una sociedad realmente insensible y despreocupada por sus problemas. El agua potable, junto con la llegada de la electricidad, es lo que ha posibilitado el desarrollo turístico de Lanzarote. Contrariamente a lo que se cree (otra de las grandes mentiras de esta isla) es que esos dos adelantos los trajeron a Lanzarote empresas privadas. El agua desalada llegaba a mediados de los años 60, gracias sobre todo a los hermanos Rijos (nunca se les habrá pagado todo lo que se les adeuda) que implantaron en Lanzarote la primera potabilizadora en tierra de Europa. Decimos en tierra porque ya existían las primeras en los portaviones y grandes buques de guerras norteamericanos. El pasado viernes se conocía que a partir de junio la gestión del agua pasaría de la empresa pública de Inalsa a ser gestionada por una empresa de Madrid. Esta adjudicación por un concurso negociado con publicidad ha despertado todo tipo de suspicacias, aunque hasta ahora las críticas escuchadas no han logrado desbaratar con cierta credibilidad los argumentos del grupo de gobierno del Cabildo de Lanzarote, el cual ha calificado el hecho de histórico.
Ciertamente, no es para sentirse muy orgulloso el que la incompetencia de los políticos -vamos a decirlo así para no ofender a nadie- y de unos sindicatos insaciables en sus pretensiones laborales, haya llevado a la ruina una empresa pública. Sobre todo resulta vergonzoso que se haya llegado a esa situación de quiebra cuando teniendo el monopolio de la producción y distribución del agua, Inalsa se encuentra con unos 60 millones de euros de deudas, con unas desaladoras obsoletas y con una red de distribución por la que se va el 40% de lo que se produce. Bien gestionad, Inalsa hubiera sido una mina. Por lo tanto, hay que decirlo con claridad: más que presumir, los políticos, al menos los partidos y responsables que más años han trajinado con esta compañía pública, deberían de pedir perdón por su irresponsabilidad que pudo costar muy cara a esta isla. Una Inalsa bien gestionada, que no hubiera sido utilizada para financiar posibles campañas políticas, para enchufar amigos, familiares y paniaguados políticos. O utilizada para negocios inconfesables, decimos, hubiera sido la gran empresa de Lanzarote. La gran empresa que hubiera conseguido que hoy tuviéramos el suministro asegurado y sobre todo el agua más barata. Tampoco unos sindicatos corporativistas y unos comités de empresas con una cultura de lo público bastante indeseable ayudaron al que el desastre al que estaba abocada esta empresa se frenara.
De hecho, visto lo visto, hasta los que han sido defensores de lo público se ven obligado a defender la gestión privada cómo única fórmula para salvar los muebles. Más allá de las formas, siempre discutibles, pocas vías de solución tenía esa empresa de asegurar a los lanzaroteños que el agua saliera cada vez que un ciudadano o un turista abrieran el grifo. Y eso, como bien sabemos todos con los llamados cortes programados, ya no se cumplía. El riesgo de desabastecimiento existió. La crisis amortiguó y escondió en los últimos años las vergüenzas. Por eso, creemos que la adjudicación a la empresa Canal Isabel II, la cual se ha comprometido a invertir más de 50 millones de euros en diversas obras que permitan la mejora de la producción y otros 50 para saldar las deudas a acreedores, es en principio una muy buena noticia para Lanzarote. Muchos todavía están buscando las ‘trampas’ de ese acuerdo tan beneficioso para el Consorcio del Agua y por lo tanto para la isla. Sinceramente, no sabemos si hay truco, si nos han vendido una moto, cosa que veremos con el andar de la perrita. De lo que si estamos seguro es de que, bien gestionada el agua en Lanzarote, con criterios empresariales serios, Canal Isabel II o cualquier otra empresa de ese calibre, se puede sacar la rentabilidad necesaria para que sea un buen negocio. A lo mejor el truco está sólo en eso: en gestionar bien. Hasta ahora, lo único que habíamos visto en la gestión pública de Inalsa eran las trampas que hacían los políticos y algunos trabajadores a Lanzarote para ganar ellos y perder todos los ciudadanos de la isla. Simplemente haciendo todo lo contrario a lo que se ha hecho hasta ahora se acertará en la gestión.