Domingo, 14 Diciembre 2025
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Por Guillermo Urunuela

 

 

Creo que no revelo ningún secreto al afirmar que el sistema educativo de este país, al igual que la mayoría de las competencias dependientes de estamentos públicos, es un auténtico desastre. Es tal el punto necrótico en el que nos encontramos en cuanto a nivel cultural se refiere que hay situaciones que han sobrepasado la línea, no por centímetros, sino por millas. Circunstancias bochornosas, infames, deleznables que a fuerza de tanto repetirse  han llegado a normalizarse; es decir, la utilización de una de las estrategias más eficaces de las campañas Nazis. Hola, soy Goebbels y te voy a contar una y mil veces mi película que llegará un punto de no retorno en el que otra realidad es inimaginable. O se lo pongo más crudo; técnicas dictatoriales de adoctrinamiento al pueblo.

 

Hoy en pleno siglo XXI, en el mundo de las comunicaciones, de la libertad de expresión y toda esa parafernalia moderna que suena muy “chic” nos torean a diestra y siniestra. Nos la meten doblada los muy canallas. Nos han hecho creer que tenemos la sartén por el mango de una manera magistral. Los que controlan el cotarro del qué es válido y qué está fuera de onda se tienen que descojonar de todos nosotros – podría usar desternillar, que queda más fino, pero la palabra descojone es la que encaja ahí y no otra-. Venga, fulano, vamos a mandar una ración de Belén Esteban seguida de cuatro horas de cotilleo para dar paso a dos anormales desnudos que se hacen llamar Adán y Eva. O sino, a ver quién es la bonita que se casa con mi hijo, que es medio deficiente -o se lo hace- y tras el maratón, hay un canal muy enriquecedor de 24 horas de Gran Hermano a su disposición.

 

Quizá ya muchos me hayan tachado de carca. Sí, también me lo está diciendo mi mujer, que la tengo aquí a mi lado. Y también sé que con esta carta posiblemente no cambie nada. ¡Sí!, y por último, yo también he visto esos programas. Y se preguntarán que por qué dedico mi tiempo a redactar algo más bien inútil. Pues en primer lugar, porque me han concedido este espacio y en segundo y más importante porque así me quedo en paz conmigo mismo.

 

Pues, eso, como les comentaba, la diferencia que existe en el receptor es el factor determinante. Yo soy consciente de la basura a la que nos exponemos y aunque no deja de ser eso, cuando sabes dónde tienes la mano derecha y dónde la izquierda hace que todo sea mucho menos permeable. El problema está en los más jóvenes, que con un nivel de preparación cultural y social por debajo de todos los índices de cordura humana, no tienen más escapatoria. No hay otras opciones porque así está montado el chiringuito y sé tú el guapo que se baje en marcha. Concluyo. El otro día me topé con un chico que estudia en uno de los institutos más prestigiosos de Lanzarote -con una nota media de sobresaliente en segundo de Bachillerato- y simplemente quería demostrar a un tercero allí presente qué nivel había en los colegios. No sabía situar ninguna de las grandes guerras, tampoco supo decirme con seguridad qué partido gobierna nuestro país y hablarle ya de temas más delicados imagínense ustedes. Al igual que en el comunismo y en el nacionalsocialismo, estamos en una época de castración mental camuflada de flores y bonitos rótulos. Nos dan a entender que ese es el camino bueno, que de esa manera se gana pasta, que para qué sirve tener nociones mínimas de Historia o Literatura si no valen para nada. Pues se equivocan. La cultura sirve precisamente de escudo para, si algún día tienes la suerte de toparte con algunos de estos tipos en tu vida, poder decirle: ¡Oiga, que aunque usted lo crea, y yo lo parezca... no soy tonto!


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